Alejandro Sanz durante el concierto que ofreció anoche en Palma. Foto: PERE BOTA

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NICO BRUTTI El público no se tiene quieto. Va de un lado a otro por la arena, a la espera de la primera canción. Los más fans, hace rato que están casi hacinados en las barbas mismas del espectacular escenario motado para la ocasión. Dos pantallas gigantes de 48 metros, seis pantallas móviles, siete brazos con luz robótica, 34 motores de velocidad variable, 250.000 watios de luz y más de 120.000 de sonido. Según propias palabras del cantante, es el montaje escénico más ambioso de toda su trayectoria.

En las gradas, el clima es semejante, con continuas oleadas de público que se sienta y se levanta, habla con el del al lado, bebe refrescos o cerveza o se mira como hace tres años en el Lluís Sitjar, la última vez que Alejandro Sanz pisó la Isla. Y si aquella vez fue impresionante a pesar de los problemas técnicos que surgieron, la gente espera revivir con el nuevo repertorio y el de siempre, la magia que este madrileño emana en cada concierto.

Con semejantes antecedentes y con la presentación de su nuevo trabajo discográfico, llamado El tren de los momentos, el respetable espera atento el instante en que las luces se apaguen, cosa que ocurre pasadas las diez, para comenzar a vivir una noche, tal vez, muy importante.

Alejandro Sanz sale acompañado por una estupenda banda de músicos que incluye teclados varios, guitarras, bajo, batería, percusión, coros y una sección de metales compuesta por saxo, trompeta, trombón y flauta.

Arrancan con todo y la multitud, calculada en unas 7.000 personas, grita y aplaude, ríe y se emociona. Pasan El tren de los momentos, En la planta de tus pies, Cuando nadie me ve y La peleíta. Sus primeras palabras son: «Buenos noches, es un gusto estar aquí con vosotros. Gracias por acompañarme. Sé que ustedes están por la labor, así que vamos a divertirnos juntos». También tiene palabras para las víctimas del terremoto de Perú, a quienes dedicó Donde convergemos.

Todas las niñas y no tan niñas anhelaban que Alejandro Sanz les dedicara una breve que les partiera el corazón, como en la canción símbolo de Sanz y que es ampliamente ovacionada, Corazón partío. Su tema más popular llegó a mitad del concierto, como queriendo restarle importancia a pesar de que le dio la fama a nivel internacional.