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NICO BRUTTI Anteanoche Valldemossa brilló por casi una hora y media gracias a una Estrella. Una Estrella que emocionó, que ofició de bailaora, de cantaora, de actriz y de cantante. Con entradas agotadas, aromas franceces, modelos al último grito, un cierto aire glamouroso, champagne, tragos a discreción y bajo un cielo algo nublado, Costa Nord recibió la bendición de esta granadina ya casi convertida en un mito con menos de treinta años.



Acompañada y arropada por dos guitarras flamencas, cajón, coros y palmitas, Estrella Morente desplegó parte de su último trabajo discográfico, llamado Mujeres, así como un repertorio más clásico, más puro, más flamenco como le gusta a los ortodoxos.

Pero también hubo tiempo para que esta brillante artista incursionara en otros estilos, adaptándose a ellos como si los cantara de todas la vida, o como si toda la vida hubiesen estado esas canciones esperando por el alma y la voz de Estrella.

Dejó para el final lo más emocionante, lo más alejado del cante jondo. Despachó en primer término, Nostalgias, un tangazo argentino de Enrique Cadícamo, para homenajear a otra grande de la música, como lo es la Tana Susana Rinaldi.

Amagó a irse con otro tango, este de Gardel, Volver, dedicado a Fernando Trueba, presente en el concierto y hit de la última película de Pedro Almodóvar.

Para el bis, un sentido homenaje a la inolvidable Chavela Vargas, con La Noche de mi Amor, en una versión cargada de sentimiento, una fuerza fuera de lo común y un gusto para interpretar exquisito.

Pero todo no fue heterodoxia en la noche de Valldemossa. Incluso se podría decir que lo que lo vuelve todo muy flamenco, muy jondo y muy cante es la propia artista.

Con una estética similar a Pastora Pavón, Estrella Morente rindió homenaje con una soleá a La Niña de los Peines, unas bulerías inéditas de Cádiz, unos tangos de graná, una excelente zamba y una copla con sabor y con color a postguerra de título Maricruz.

La ovación duró varios minutos. Nadie quería moverse de su sitio. Todos se quedaron con ganas. Algunos por que no incluyó el homenaje a Nina Simone para su, No me quitte pas, de Jaques Brell. Otros simplemente deseaban que Estrella no se fuera más, que se quedase con sus músicos hasta el amanecer, cuando las estrellas cansadas de brillar, se retiran a descansar, a reponerse.