Autoridades y familiares asistentes ayer a la presentación de la muestra.

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«Nuestra pintura ha de versar sobre cuestiones emanadas del afán de universalidad». Con estas palabras, el pintor andaluz Carlos Calvo Carrión explicaba en el manifiesto Universalismo, publicado en 1964, su inconformismo a la hora de entender la pintura como un sólo mero reflejo de la realidad y la norma fundamental de «pintar lo que gusta pintar y en la manera que guste». El Museu Es Baluard inauguró ayer una exposición sobre la obra del artista, fallecido en Palma en el año 1979, que recoge, además de su espíritu universalista, algún paisaje y retrato como muestra de los diversos géneros en los que investigó el pintor. El montaje recoge un total de 45 cuadros, esencialmente óleos y gouaches, realizados entre 1963 y 1978 y aportados mayoritariamente por la familia.

Los lazos entre Calvo Carrión y Mallorca se intensificaron a partir de 1953 cuando comenzó a exponer en Palma. En aquellos años recibió la medalla de oro en el III Certamen Universal del Institut Nacional d'Investigacions Científiques y fue seleccionado para representar a España en la Bienal de Alenjandría, donde recibió la medalla de oro.

Unos años antes de fallecer en un accidente de tráfico, Calvo Carrión, quien recorrió distintos países de Europa exhibiendo su obra, compaginó su pasión por la pintura con la enseñanza como profesor de la Escola d'Arts Aplicades i Oficis Artístics de Palma.

«Carlos Calvo Carrión fue un hombre de naturaleza inquieta, que trabajó abriendo caminos y buscando nuevos horizontes», sostuvo la directora de Es Baluard, Marie Claire-Uberquoi, quien añadió: «En la exposición se recupera a un artista solitario e inconformista que fue a contracorriente, y que, además, destacó por ser un importante retratista de sociedad».

Por su parte, el presidente de Es Baluard, Rogelio Araújo, explicó por la mañana: «Esta muestra, hecha con mucho cariño, es un pequeño homenaje a un artista que estuvo muy unido a la Isla».

La inauguración de la exposición contó con la presencia de la familia y los amigos más cercanos del pintor andaluz, para el que todo fueron halagos y hermosas palabras. Entre sus emocionados familiares se encontraba su viuda, Dolores Calvo, y sus hijos Concha y Benardino.