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LAURA MOYÀ

Antonio Julià cumplió ocho años en el barco que trasladaba a su familia a Argentina. Era el año 1944 y sus padres habían decidido abandonar Mallorca tras padecer las secuelas de una dura posguerra. En Buenos Aires se casó y tuvo a su hija, Andrea, quien, muchos años después y convertida en actriz, regresa a su tierra de origen gracias al teatro. El domingo 8 de abril, Andrea representará en el Teatre de Lloseta Abanico de Soltera, una obra con la que ganó el I Premio de Teatro Iberoamericano y con la que rinde homenaje a Federico García Lorca.

«Estar en Mallorca es muy emotivo para mí porque me ha permitido darme cuenta de lo impregnada que estoy de mi pasado, de la importancia que tiene en mi vida», asegura Andrea Julià. La actriz se presentará en la Isla con una pieza basada en Doña Rosita la soltera, «el eje de la historia», que se ha reconstruido para «desgranar la vida de Lorca». «Hace unos años trabajé esta obra desde el movimiento, adaptando su último monólogo a la danza-teatro. El montaje me sirvió para encontrar los signos del universo lorquiano, para meterme en su mundo y para querer indagar en él».

Después llegó el momento de documentarse para, por último, «empezar a jugar». «Intento contar una historia igual que lo haría el escritor, pero sin copiarlo». El movimiento, la acción y la poesía se unen en un texto nuevo que se completa con la ayuda del espectador, el encargado de cerrar el círculo. «El público construye la historia y la hace suya, quedándose con aquello que siente más cercano». Como apunta Horacio Medrano, director del montaje, la intención es «tratar al espectador como una persona inteligente que emite una opinión sobre lo que está viendo».

¿Por qué Lorca? «Hay gente que no se da cuenta de la importancia de este autor, capaz de indagar en el alma humana y pintar los caracteres que conoció. Por eso es importante, porque es universal», en palabras de Medrano. Para conseguir el objetivo, la actriz no se deja llevar por la emoción, sino que busca transmitirla, «que todos lleguen a la raíz de un autor que se atrevió con diferentes géneros». «Lorca era diferente, pero no pretendía crear desde la diferencia. Era así».

Antes de Lloseta, Abanico de Soltera se ha escenificado en Santander en una mini gira por el país. «Representarla en su tierra ha supuesto un auténtico desafío, me daba pánico porque no sabía cómo reaccionaría la gente». Aunque, como dice Julià, esta sensación forma parte del teatro, que implica «estar siempre al borde del abismo».