José Sacristán, ayer en Palma, durante la presentación de la obra del pintor malagueño.Foto: PERE BOTA

TW
0

Con las suficientes tablas y la experiencia que suponen cincuenta años sobre los escenarios y de entrega a la profesión, el actor José Sacristán hizo ayer, durante la presentación en Palma de la obra Un Picasso del escritor americano Jeffrey Hatcher, una sincera revisión a la situación del teatro en nuestro país y un elogio al personaje que protagoniza, el pintor Pablo Picasso. «El teatro es un fenómeno social que lo trabajamos y defendemos o, en un corto espacio de tiempo, se verá deteriorado por la servidumbre a la que está sometido», explicó el actor. Sacristán es crítico con su profesión y reconoce: «No vale todo, hay que afinar la puntería, sobre todo, porque hay muchos soportes de entretenimiento tentadores para el espectador», comentaba ante el estreno de hoy en el Teatre Xesc Forteza de Palma. Sobre el pintor malagueño, cuyo papel representará también mañana y el domingo en Palma, el actor comentó con admiración que «es un hombre que ha mirado la realidad de su siglo como ninguno, me ha parecido un hombre apasionante hasta tal punto que ya no quiero saber nada más de este genio».

Un Picasso parte de un hecho real salpicado de ficción. La obra nos sitúa en el París de los años cuarenta, en plena ocupación nazi, y muestra cómo el artista consigue cambiar la forma de pensar de una mujer que regenta un poder dentro del Ministerio de Cultura nazi. «Esta función me gustó porque es una mirada sobre el París ocupado, un estudio que se hace sobre la violencia ejercida y la posibilidad de alterarla a través de actitudes como el arte», explicó el también protagonista de esta obra. José Sacristán mira ahora con madurez la profesión y asegura que «mientras tenga dentro la pasión del juego, no pienso en la retirada; si la sensibilidad se vuelve latente, mejor me quedaré en casa».

Un Picasso cuenta además con otra gran actriz, Ana Labordeta, y aunque es un espectáculo que induce a la reflexión, «no es un coñazo para intelectuales, ni una biografía y tampoco pretende adoctrinar al espectador», reconoce Sacristán. La etapa profesional del actor presenta a un hombre exigente, que no duda al confesar que no hubiera interpretado esta obra si no la hubiera dirigido. «Quizá soy mayor, viejo, antipático o cascarrabias, pero ya no soporto que nadie me dirija y me diga lo que tengo que hacer. Realmente lo que he hecho es ampliar mi disciplina como actor y, en adelante, voy a tener muchas prevenciones a la hora de ser dirigido por según quién», expuso durante la presentación. Orgulloso también del trabajo bien hecho, reconoce: «Me he sentido satisfecho, porque tras 50 años dedicado a este negocio, hago trabajos que me satisfacen en los profesional y luego, como ciudadano, al ver que a lo que me dedico es de utilidad».