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Una solemne misa, presidida por los Reyes, abrió ayer los fastos de inauguración de la remodelada Capella del Santíssim realizada por Miquel Barceló, quien no asistió al acto. Oficiada por el obispo Jesús Murgui, la misa contó con la presencia de las principales autoridades de la Isla, además de con los rectores de las parroquias de Mallorca y los integrantes del Capítulo Catedralicio.

El orden y la puntualidad fueron dos de las principales premisas de los 1.800 invitados y los 800 ciudadanos que acudieron a la Seu, quienes esperaron pacientemente, algunos incluso desde las nueve de la mañana, poder entrar en la Catedral. Una vez dentro, el orden y el silencio en los momentos clave, siempre respetado, protagonizaron la misa. Una misa a la que asistieron, además de sus Majestades, Jaume Matas, presidente del Govern; Maria Antònia Munar, presidenta del Consell; Ramon Socías, delegado del Gobierno en Balears; la ministra de Fomento Magdalena Àlvarez; Catalina Cirer, alcaldesa de Palma; y el comandante general de Balears, José Emilio Roldán. También estuvieron la plana mayor del Govern, del Ajuntament y del Consell, quienes pudieron disfrutar de una Catedral más luminosa y colorista que nunca, gracias al espléndido sol que entraba por los rosetones y a la iluminación artificial en tonos lilas y anaranjados escogida para la ocasión.

El oficio religioso empezó con Locus iste, de Bruckner, canción que interpretó la Coral de la UIB. Después, los Vermells de la Seu cantaron Senyor teniu pietat y, la Capella Mallorquina, Glòria. La primera lectura estuvo centrada en el libro del profeta Malaquías y recayó en Guillem Ramon, de la Capella. Adela Bennasar, de la Coral de Pares i Mare de la UIB, centró la segunda, que desgranó la carta de los cristianos a los hebreos. El canónigo Antonio Fullana se encargó de la lectura del evangelio según san Lucas.

Uno de los momentos clave de la misa fue la homilía del obispo, que leyó en castellano y catalán y en la que habló del encuentro de Jesús con Simeón en el templo de Jerusalén. Jesús Murgui resumió las diferentes intervenciones artísticas realizadas en la Seu en sus 700 años de historia, a las que desde ayer se une «la Capella del Santíssim, obra de Miquel Barceló». «De nuevo, en nuestra larga historia, el arte, y el arte contemporáneo, entra en nuestra Catedral para ayudar a expresar y vivir la fe». También tuvo palabras de recuerdo para su antecesor, el obispo Teodor Úbeda, y para mosén Pere Joan Llabrés, ambos fallecidos antes de poder ver terminada la obra de Barceló. «Hoy se ha dado un paso, pero el futuro sigue. La historia de la Seu, la casa de todos los hermanos y de los mallorquines, continua». El Ave Maria Stella, de Bibiloni, y el Ave Verum, de Mozart, acompañaron la comunión, aunque fue el Ave Maria, de Busto, la composición que cerró de la mano de la Coral de la UIB y de la Capella Mallorquina el oficio religioso.