Miquel Barceló, posando ayer ante su obra, que se compone de un mural cerámico, cinco vitrales y mobiliario litúrgico. Foto: JOAN TORRES

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LAURA MOYÀ

«Una obra coral en la que han intervenido todos los estamentos de una Isla con fama de insolidaria y conservadora, toda la oligarquía». Así definió ayer Miquel Barceló el resultado de su intervención en la Capella de Sant Pere de la Seu, ya convertida en del Santíssim por la imagen de Cristo que preside la estancia. Un Cristo que ha terminado siendo «un autorretrato del artista en su taller» y que centra un mural cerámico en el que se ha reproducido el capítulo 6 del Evangelio de San Juan sobre la multiplicación de los panes y los peces. Cinco vitrales «en tonos grises para tamizar la luz cálida de la arcilla» y un mobiliario «simple» completan la obra.

Todos los asistentes ayer a la presentación oficial de la capilla, que los Reyes inaugurarán mañana, y del doctor honoris causa que la UIB entregará hoy a Barceló, coincidieron en destacar «la colaboración de diferentes entidades privadas y públicas» y «la confluencia de esfuerzos, trabajo e interés de las instituciones mallorquinas, un hecho casi único», como resumió el obispo Jesús Murgui.

«Me di cuenta que la obra estaba terminada hace poco, cuando pude ver el conjunto sin andamios y sin polvo. Ahora sé que liga felizmente con la Seu, una de mis preocupaciones iniciales, ya que no quería que quedara desligada de la totalidad. Buscaba la naturalidad», confesó Barceló. El artista narró el proceso creativo, desde aquellos inicios en que se hablaba «de hacer una exposición», hasta la opción final, «una intervención en la Capella de Sant Pere» que siempre tuvo claro que consistiría en un mural cerámico, material con el que trabajaba en aquella época.