El edificio de sa Llonja fue construido entre 1420 y 1452 y la cubierta se cambió en 1699.

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M.DÍAZ

«Desde Madrid nos han asegurado que antes del verano se firmará el convenio, que esa es su intención, aunque yo lo veo un poco precipitado». Así se explicaba ayer Catalina Sureda, directora general de Cultura del Govern, respecto a cómo se va desarrollando la tramitación de la burocracia necesaria para la restauración de sa Llonja, una vez que el Gobierno central anunció que colaboraría en la misma aportando la mitad del coste de la obra, que tendrá un valor total de 2.414.266,40 euros, partida que Madrid otorgará mediante una subvención. El Govern pondrá el otro 50 por ciento para una rehabilitación que afectará, en principio, «a la cubierta, cuyo estado genera otros problemas de carácter estructural». Sureda apunta que la Conselleria de Cultura del Govern se mantiene en contacto «permanente» con Madrid para que este acuerdo, tomado por la comisión mixta de los Ministerios de Cultura y Fomento el pasado mes de marzo, «avance» y «no se quede sólo en eso, en un acuerdo». La directora general añade que «para nosotros es un tema «prioritario», que colea desde 1999, cuando la arquitecta del Ministerio de Fomento Gloria Alcázar redactó el proyecto de restauración a petición del Ejecutivo Balear.

Una vez firmado el citado convenio, la Conselleria convocará un concurso para la contratación de las obras. Lo que de momento no se sabe es quién llevará la dirección de las mismas, si Madrid o Balears. «Si la obra la hubiera ejecutado directamente el Ministerio de Fomento, la dirección la llevarían ellos, pero al llegarnos el dinero vía subvención, esa es una de las pequeñas cosas que hay que resolver vía convenio», apunta Sureda. Los problemas en el edificio gótico de sa Llonja, construída entre 1420 y 1452, aparecieron ya en 1699 cuando su tejado, que era plano, se cambió por uno a cuatro aguas como medida protectora contra la humedad.

La actual cubierta deberá sustituirse por otra más ligera, que se impermeabilizará. «Una vez que se empieze con la cubierta se verá qué cosas pueden salir, porque cuando te metes en un edificio de esta categoría, que además en BIC...», señaló Sureda. La ligereza de la cubierta es necesaria para que el peso se reparta. El edificio sufre también la aparición de unas pequeñas grietas «porque los muros de la parte de arriba tienden a abrirse. Se trata, añade Catalina Sureda, «de una obra muy importante por eso vale la pena que las instituciones hagamos un esfuerzo». Una vez conseguido el apoyo económico de Madrid, lo que ha resultado largo y laborioso porque el expediente ha ido bailando por varios ministerios, Sureda señala la buena disposición de ambas partes «ya que es un proyecto común, importantísimo y necesario».