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De haber sido fin de semana, tal vez las cosas hubieran cambiado. Quiero pensarlo al menos, y achacarlo a que la del miércoles no parece la mejor de las noches para ir de concierto; pues no me resigno a creer que una de las pocas bandas que realmente han aportado cosas verdaderamente interesantes desde el punto de vista musical al panorama isleño, no sea capaz de convocar a una cantidad de un público que diera mejor cuenta de una sala como la del Assaig. De lo que no me cabe ni la menor duda es que se lo merece.

Y si a ello le unimos esa enorme conjugación de conceptos sonoros, matices y timbres distintos, que no sólo conviven en total coherencia sino que además acaban configurando una atmósfera de lo más precisista y sin la sensación del exceso o saturación, obtendremos el porqué de la importancia de su trabajo. Un trabajo que anteanoche justificaba y requería a cada uno de los instrumentistas de la banda, con la incorporación de trompeta, chelo y teclados, a la formación más acústica. Buenas aportaciones musicales y gran voz la de Arantxa Andreu, que ya nos sorprendía con esas sensacionales credenciales del álbum.

Poco arriba o poco abajo, debíamos rondar el centenar. Público suficiente, al menos, para que La Búsqueda encontrara, entre amigos y demás, el arropo necesario para ir dando cuerpo a la presentación de su última producción «Los Penitentes». Quizá el hecho de que haya pasado demasiado tiempo desde su aparición en el mercado, amortiguara también algo el interés; pero ya sabemos que el grupo que lidera Francisco Albéniz, se toma las cosas con el suficiente sosiego como para que el resultado muestre las condiciones más idóneas.