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«He edificado mi casa como un juguete». Pablo Neruda escribió esta frase en sus memorias, «Confieso que he vivido», dejando entrever cómo debía ser su hogar. Unos hogares que durante 16 años construyó junto al arquitecto Rodríguez-Arias y que demuestran el grado de simbiosis creativa al que llegaron. La muestra «Cases per a un poeta», que hoy se inaugura en la sede del Col·legi Oficial d'Arquitectes de les Illes Balears (COAIB), repasa su amistad y el grado de complicidad que lograron.

Michoacán, Isla Negra y La Chascona son las tres casas que crearon o ampliaron juntos. A través de planos, fotografías, cartas y bocetos, el espectador recreará «cómo un dibujo de Neruda inicial terminaba convirtiéndose en una realidad», según Pilar Calderón, comisaria de la muestra junto a Marc Folch.

El montaje se acerca al imaginario compartido entre Neruda y Rodríguez-Arias mediante cuatro textos y una selección de fotografías. En «La casa del poeta», se narra «la necesidad del poeta de coleccionar objetos, que llenaban sus casas» y que, incluso, «determinaban que fuera de una manera u otra». En «Cargols», se muestra «la relación entre la condición de refugio y de espacio de reunión de sus hogares» y, en «Bosc oceà», «cómo los integraba en diferentes paisajes». Por último, en «Mida» se explican las medidas, «casas pequeñas con muebles grandes».

«Sus ideas, sus deseos nunca chocaban, siempre encontraban un punto de encuentro». El resultado: «Casas irrepetibles, reconocibles, únicas» ideadas de forma conjunta. «Hablaban, mantenían discusiones infinitas que convertía en algo palpable un primer deseo». Cuando Rodríguez-Arias regresó a España, instalándose en Eivissa, Neruda intentó construir nuevas casas con otros arquitectos. Nunca logró el mismo resultado.