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La exposición «Cera i rovell» de Miquela Vidal, que esta noche se inaugura en la capilla de La Misericòrdia, es «como un cuento». «Una breve narración protagonizada por los gaufons reconvertidos en personajes de mis obras», según la autora. Por primera vez, la artista presenta en sociedad sus gaufons, las piezas que antaño sujetaban las persianas a las paredes y que, ahora, parecen estar «al borde de la desaparición».

Esculturas, obra sobre papel, maquetas, joyas y cuadros. «Cera i rovell», el regreso de la autora a Palma tras siete años de ausencia, es el resumen de los últimos tres años creativos de Vidal. «A cau d'orella» es la pieza más nueva, dos gaufons de seis metros que representan «a una pareja susurrándose». «Se trata de un pequeño homenaje a la pareja. Él es el cómplice de ella, su amigo, su amante». Realizada en acero corten, la escultura supone un récord para la artista. «Nunca había hecho una pieza tan grande. Hasta ahora, la altura máxima que había trabajado eran tres metros. Me apetecía ir un poco más allá y crecer». «A cau d'orella» se ubicará, tras la muestra, en la rotonda de Llucmajor.

La obra pictórica también representa la figura degaufó pero de una manera más abstracta. «Cada cuadro incluye un elemento reciclado, desde una vieja sábana hasta cortinas pasando por manuscritos, trapos o vestidos de bautizo». El motivo: «Aprovechar lo que nos rodea y darle la oportunidad de tener una segunda vida». La mezcla, a modo de collage, se cubre de un manto de cera. En «Cera i rovell», cada gaufó se convierte en un personaje diferente. Miquela Vidal envejece cada una de las esculturas para conseguir «colores ásperos, azules y naranjas que acaban transformándose en marrones que otorgan a la obra un aspecto oxidado». Y, a su vez, cada pieza tiene por título alguna frase de Antoni Maria Alcover. «De esta manera, parece que forman parte de una 'rondalla', de un cuento».