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Una trayectoria pictórica marcada por numerosos cambios y mutaciones precede al actual universo plástico de Rafael Canogar. Sus lienzos más recientes, reunidos en una exposición que se inaugura hoy en el Centre Cultural Contemporani Pelaires, demuestran una innovación esencial: la fragmentación como sujeto de la obra. Con la descomposición del espacio visual pictórico, Canogar expresa «una concepción de la obra más allá de la estética, en la que subyace una atenta mirada a la deconstrucción social que impera en la actualidad». Esta reflexión, fiel a su inherente visión existencialista de lo humano, adopta físicamente nuevos lenguajes adscritos a la abstracción, que se materializan a través del uso de la materia como soporte, una amplia gama cromática y la incorporación de objetos de diversa naturaleza. El resultado: piezas que se debaten entre la pintura y la escultura.

Miembro del vanguardista grupo El Paso -del que fue cofundador en 1957-, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y Premio Nacional de Artes Plásticas en 1983, Canogar considera que en su obra sigue patente la influencia que el informalismo tuvo en sus inicios, a la que con el tiempo ha ido introduciendo formas geométricas, «códigos que pertenecen a nuestro entorno cotidiano».

El artista, cuya escultura de acero cortén titulada «Cabeza» (2003) luce en una de las terrazas de Es Baluard, critica el éxito ligado a las distorsiones que genera el mercado, «una gran trampa que puede convertirte en un productor y hacerte perder la calidad de creador», para añadir que «la cultura masiva trae peligros, por lo que hay que armonizar la relación entre los autores y la sociedad».