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JAVIER JIMÉNEZ DÍAZ

El pintor Gerard Sala expone sus últimos trabajos en la Iglesia Torralba del Pueblo Español, en la sala de la Fundación Matthias Kühn. «Pintura recent», que permanecerá abierta hasta el 25 de abril, reúne una veintena de obras llenas de colorido y fantasía con cierto sentido onírico. El artista ha vuelto a Mallorca, donde pasó su infancia, después de más de 25 años. Para esta especial ocasión, Sala ha realizado una recopilación de trabajos, realizados desde 1999, en la que repasa una de sus temáticas preferidas: la naturaleza. No obstante, deja claro que ésta «no es una antológica», sino más bien «una panorámica» de sus últimos cinco años.

En este período se siguen observando las mismas constantes de siempre en su pintura. Predominancia del azul, textura definida y un carácter poético. Su obra es muy pura, no hay ningún elemento artificial. «A veces puede parecer abstracta, pero no lo es», matiza el pintor catalán. Sobre el color, Sala explica que utiliza mucho el azul porque con él consigue darle al cuadro «el sentido espiritual» que busca.

Otra de las constantes habituales en la obra de Sala son los círculos o semicírculos. «Los utilizo como redundancia del núcleo, un elemento dinámico que ayuda a configurar mi mundo». Pero lo que más le influye es la propia idiosincracia de las cosas: «Me gusta vivir la naturaleza, por eso uno de mis estudios está al lado de un río, en el Pirineo. El otro está en Badalona, cerca del mar».