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El Instituto Cervantes de Viena inaugura esta noche la primera exposición de cerámicas de Picasso en la historia de Austria. La muestra, comisariada por Dolores Durán, permanecerá en el centro hasta el próximo 26 de febrero.

Compuesta por 40 piezas pertenecientes a la Col·lecció d'Art Serra, el montaje empieza en 1947 y finaliza en 1969. «Cerámicas de Picasso: barro, agua y fuego» es «un repaso global a las posibilidades que ofreció al artista el acceso a una nueva disciplina», explicó Dolores Durán. Empezó trabajando «las superficies planas» para, después, atreverse con «las tres dimensiones». «Trató las mismas temáticas que en la pintura, surgiendo un universo de búhos, faunos o peces» que se plasmaron en «jarras, jarrones, platos y fuentes».

«Para Picasso, el descubrimiento de la cerámica supuso encontrar un nuevo mundo de posibilidades que le permitió experimentar con un nuevo lenguaje lleno de plasticidad». La muestra es un repaso de «las técnicas y los estilos» que utilizó a lo largo de los años. «El artista elevó la cerámica a la categoría de arte, dejando de ser artesanía», dijo Durán. Así, Durán destacó que gracias al malagueño y tras un lapso de veinte siglos, la cerámica recuperó su grado de obra de arte, tal como era apreciada por los griegos.