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Tomás Llorens, conservador jefe de la colección Thyssen-Bornemisza en Madrid, disertó ayer en Es Baluard sobre «El Retrato en el siglo XX» en una conferencia en la que se refirió al problema de conciliar la tradición y la modernidad, calificó el retrato como «esencial en el siglo XX para la obra de muchos artistas» y afirmó que «se practica con las características funcionales con la que se definió a este género en los siglos XV y XVI».

Con anterioridad al comienzo de la conferencia, Llorens se refirió a la vida de los museos españoles, su necesaria autonomía y a la importancia de depositar la confianza en los profesionales. «Es muy importante la actividad del museo, una actividad inteligible y conceptualmente bien definida. El tipo de actividad más importante son las exposiciones temporales», afirma.

Asimismo, vinculó el fracaso de determinados museos a la relación con el público «como síntoma de algo mucho más profundo: el arraigo social, que tiene que ver con la función didáctica del museo. El objeto del museo es la plataforma a partir de la cual se produce su acción: información y educación».

Llorens destacó «la eficacia social de los museos» y afirmó que «hace décadas que no son considerados mausoleos, son instituciones abiertas al público, factores activos de la vida social». Respecto al presente y futuro de los museos en España señaló la importancia de «realizar ciertos cambios de adaptación, de concepto del museo. No sé si todos los museos se podrán adaptar, algunos fracasarán. Un ejemplo de encuentra en El Prado. Su reforma ha sido un buen paso». Asimismo, señaló que «se me puso la carne de gallina por los robos de las obras de Munch» y que «eso le puede ocurrir a cualquier museo».