El escritor, ayer, ante los medios de comunicación. Foto: JAUME MOREY

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LAURA MOYÀ/N.A.

Baltasar Porcel empezó a escribir «Olympia a mitjanit» creyendo que el resultado sería una novela corta. A las cien páginas, se dio cuenta de que sería imposible. «Me enfrentaba a uno de los grandes temas de mi vida de una manera global: Mallorca». Quería explicar «la Mallorca de hoy, un mundo lleno de gente, de problemas, de realidades» y la Mallorca del ayer, «un mundo rural, estático». Y, todo, a través de diferentes personajes. La obra se presentó ayer al público en El Corte Inglés de Avenidas. Antes, el escritor y colaborador de Ultima Hora habló con la prensa.

El profesor y escritor Damià Pons presentó el libro ante amigos y seguidores de Porcel, entre los que estuvieron Josep Francesc Conrado de Villalonga, Pere A. Serra, Pere Comas, Miquel Segura, Carmen Delgado de March, Caty Juan, Rosa Maria Colom, Rosa Planas o Jaume Ensenyat. «Tuve que contar el por qué y el cómo del cambio», dijo Porcel. A través de los diversos estamentos, desde los payeses hasta los hoteleros, hace «una gran descripción de la sociedad», que «no sociológica». «En la historia, un elemento foráneo, Olympia, lo fulmina todo, exactamente lo que ha sucedido con el turismo». Sin embargo, Porcel no quería centrarse ni hacer una crítica directa al turismo, sino hablar «del ser humano».

El resultado no es «un juicio de valores», sino «una obra de creación». «Antes, el mundo no era peor ni mejor. Había miseria y falta de libertad pero, hoy, la evolución ha llevado a perder el paisaje, el silencio, nuestra idiosincracia o nuestros referentes propios». Mallorca se ha convertido en «un mundo excesivo, desquiciado», un universo en el que uno de cada tres «es mallorquín». El resto, «extranjeros con propiedades» o gente «foránea», a quienes se suman «diez millones de turistas al año». Ya no es «una isla etnocéntrica».