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MARIANA DÍAZ/IOLANDA PERICÀS
El arquitecto danés Jorn Utzon, galardonado con el Pritzker de Arquitectura 2003, vive desde 1971 en Mallorca, que considera «maravillosa». La leyenda lo califica como un hombre que huyó del mundo, pero él afirma, en el día de sus 85 cumpleaños: «No me gustan las grandes reuniones».

-Estoy extremadamente contento porque es un premio muy importante en el sentido de que siento mucha admiración por la gente que lo ha obtenido antes que yo, entre ellos Rafael Moneo, el arquitecto que diseñó la Fundación Miró de Palma, que trabajó en mi estudio en el proyecto de la Ópera de Sydney. De esta manera veo que la calidad de nuestro trabajo es suficientemente buena como para obtener este premio. En lo que concierne a mi edad, puede pensarse que llega demasiado tarde, sin embargo, como en el caso de algunos árboles que dan frutos en otoño, yo estoy en el otoño de mi vida y estoy recogiendo mis frutos. -Me gusta mucho formar parte del mundo, pero para mí no es necesario actuar en un gran encuentro o dar conferencias. Tengo muchos amigos en Mallorca y vivo una vida normal aquí durante el invierno. El contraste entre la Isla y Dinamarca, dónde paso los veranos, es maravilloso. -No, lo hará mi socio, mi hijo mayor. Tengo algunos problemas de salud y, desgraciadamente, no podré asistir, pero él me representará. -Sí. Dinamarca es principalmente plana, el clima ventoso y frío; una casa que construyes en Dinamarca es muy diferente de la que harías aquí. Aquí tienes que proteger a la gente del sol, y no sólo eso, también tienen mucho que ver los materiales, -aquí los hay fantásticos-, que allí no tenemos. Yo he construido casas con la misma piedra con la que se construyó la Catedral, marés, que nunca podré obtener en Dinamarca. El estilo de vida también es diferente y tiene influencia en la construcción. La luz, por ejemplo, es muy importante en la arquitectura y en el espacio. -Sobre todo crear un entorno adecuado para la gente. Los arquitectos siempre construyen para la gente, ya sea una casa familiar, un edificio de oficinas o cualquier otra cosa. Además, creo que es muy importante la funcionalidad y la estructura, como en el período gótico, dónde cada piedra era necesaria y la arquitectura, estructural. Actualmente, en muchos casos no ves la estructura, oculta en el conjunto de la construcción. Ésta puede ser muy bella, pero a mí me gusta ver la estructura y los materiales. -Sí, este respeto viene de mi formación. Lo primero que tienes que tener en cuenta es el sitio donde después construirás, tienes que aprender cómo llega el sol y cómo se comporta en el lugar. Cuando conoces bien el entorno vienen automáticamente las ideas, que te ayudan a aprovechar las buenas cosas y protegerte de las malas de ese entorno. Es como el caso de los animales, ellos buscan para vivir los lugares que consideran más adecuados. -No lo conozco en detalle. Yo construiría una casa para reunirse y perdonar, porque tendría que llegar el día en que todos nos perdonásemos los unos a los otros por todo el mal que hacemos. También tendría que ser un lugar para las mujeres, tiene que haber un lugar para ellas porque son las que dan vida y no pueden tolerar que su padre, hermano o hijo mate a otro. Puede parecer muy naïf, pero yo construiría una casa para la paz y el perdón.
-Enhorabuena por el premio. ¿Le ha llegado en un buen momento?
-Su retiro en Mallorca ha dado lugar a toda una leyenda: Se dice que no le gusta la gente, que huye del mundo. ¿Qué hay de cierto?
-¿Viajará a Madrid para recoger el premio?
-¿Vivir en una isla mediterránea influencia su obra?
-¿Cuáles son las cualidades de la buena arquitectura?
-Se ha construido dos casas en Mallorca que se caracterizan por respetar e integrarse en el entorno.
-Dijo que no le gustan los rascacielos. ¿Qué piensa del proyecto de Libeskind para la zona cero de Nueva York?