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Nunca llueve a gusto de todos es un refrán que va ni pintado para la revetlla de Sant Sebastià. El agua, que comenzó a caer persistentemente sobre las 21.00 horas, chafó la fiesta, impidió que sonara la música y fustró las esperanzas de diversión de quienes se habían concentrado en las plazas de Ciutat para asistir a los conciertos. En Palma, anteayer por la noche, llovió contra las esperanzas de todos y, por primera vez desde la llegada de la democracia, la revetlla se suspendió.

Sólo unos incombustibles, el grupo Familia López, en el cartel de la Plaça de la Artesanía, dedicada al rock en catalán, actuó ante una fiel y mojada hinchada ávida de marcha. Un poco antes, en la Plaça de Espanya, Quart Creixent también había desafiado las inclemencias del tiempo improvisando un concierto en acústico.

22.00 horas. Momento previsto para el inicio de las actuaciones. Llueve sobre los escenarios, y, poco a poco, los toldos van acumulando bolsas de agua. La humedad se cuela y afecta a equipos y cableado. Puede haber peligro de un chispazo o cortocircuito. El gabinete de crisis de Cort decide aplazar el inicio de los conciertos. Se ordena esperar hasta las 12.00 y, si se puede, comenzar con los cabezas de cartel. El público, cansado tras varias horas de plantón, protesta porque nadie sabe qué está sucediendo. A la redacción llegan noticias contradictorias. El equipo de fotógrafos y redactores de Ultima Hora, desplegado por cada una de las plazas, va informando de los hechos. En algunas, ante la lluvia, músicos y técnicos recogen los equipos por decisión propia. Llamamos a Can Oms, donde se encuentra Carmen Feliu con bomberos, Policía Municipal, Cruz Roja y representantes de los artistas. Desde allí, dicen, aún no se ha decidido echar el cierre a la noche. Se mantiene el toque de espera. Pasa el tiempo y la gente, aunque desinformada, sigue en sus puestos ya desilusionada y ligeramente cabreada. En Can Oms se mira al cielo y se barajan todas las posibilidades. Por todos lados hay una calma tensa. Las autoridades negocian con los managers y empresas de montaje. Una idea es continuar. Otra, repetir al día siguiente, algo difícil, porque los principales artistas alegan compromisos varios: Lolita, Los Chungitos, Amaral, Jaime Urrutia, Los Secretos, Stormy Mondays.

«Parece mentira que Palma, por cuatro gotas, suspenda sus fiestas»; «¡Que salgan, que salgan!»; «¡Que vergüenza, que vergüenza!»; «¡Si nosotros nos mojamos, que se mojen ellos!», se oye en la calle. En la Plaça Major hubo pitidos y latas que volaron por los aires. Sólo Jaime Urrutia esperaba a que escampara, acompañando al público. Amaral y Los Secretos no llegaron a presentarse. Tampoco Lolita. Desde el hotel llamaba a la Plaça de Sant Francesc para saber cómo iban transcurriendo los hechos. Allí, en las primeras filas, frente al escenario, llegó a producirse una pequeña avalancha.

A lo largo de la noche, músicos, técnicos y público criticaban la infraestructura que cubría los escenarios. En Joan Carles I, debido a las bolsas de agua en el toldo, tuvieron que intervenir los bomberos. En la Plaça de la Artesanía, los técnicos vaciaban el suyo con palos, provocando un efecto contrario al que querían paliar. El de Sant Francesc también dio problemas. Según fuentes de Cort, el equipo que acompañaba a Lolita «lo manipuló sin permiso» y el agua cayó a chorro sobre la mesa de mezclas. Tuvo que cambiarse. En la Plaça Major, entró por los desprotegidos laterales. Finalmente se da la orden: parte de la revetlla se pospone hasta el día siguiente. La suspensión supone pérdidas irrecuperables, unos 138.000 euros, porque «ninguna compañía quiere hacerse cargo del seguro al cien por cien en estas fechas», explican desde Cort. «Estos conciertos, en invierno, siempre son un riesgo que asumimos».

El tiempo, que cada año amenaza, no perdonó en 2003.

Los responsables de Cultura de Cort hablaban ayer de «colaboración» y «buena disposición» de los artistas que, finalmente, dieron un sí a su actuación el día siguiente. También se refirieron a los toldos, todos contratados en Mallorca, como «mejorables», pero que, en caso de lluvia, «nada te garantiza». El peligro estaba en la humedad. Lo peor, la hora en que comenzó la lluvia.