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Momentos de intimidad, momentos de mayor energía. Los grandes nombres mezclados con las nuevas caras. El mallorquín Gerardo Cañellas ha unido el jazz con la fotografía para aportar su grano de arena a la historia del género. Veinte años de viajes a clubs y festivales de todo el mundo se resumen en el libro «Jazz voyeur», que esta noche se presentará en el Centre Cultural Contemporani Pelaires y que recorre a través de instantes en blanco y negro los gestos de una música basada en la improvisación.

«El mejor medio para mostrar un mundo lleno de contrastes como el del jazz es el blanco y negro» porque el color «es la música». Nombres como Miles Davis o Ella Fitzerald surgen siguiendo «un orden cronológico» que mezcla diversos momentos del músico sobre el escenario para lograr «un buen ritmo y agilidad». El mallorquín realizó su trabajo siguiendo el esquema de un voyeur. «Miraba sin ser visto, fisgoneaba para, a través de los movimientos, mostrar cómo es la figura», según Cañellas.

«Trabajar en pequeños clubs es más relajado, permite ver y hacer lo que realmente el jazz conlleva: improvisar». Hacerlo en festivales implica «perder en cercanía» y ver «conciertos más preparados». Sin embargo, en los espacios pequeños existen «más inconvenientes técnicos». «En la actualidad no busco imágenes definidas y claras porque sólo me interesa reflejar la personalidad del músico».