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«Fotogramas» es el título de la exposición que inaugura hoy en Pollença Marian F. Moratinos. En la galería Bennàssar colgará sus últimas creaciones, obras creadas combinando elementos híbridos como fotografía y pintura. La fotografía no es en su obra «un elemento testimonial, no soy fotógrafa, me sirve para sacar recursos plásticos y expresivos». Tras finalizar sus estudios de Bellas Artes, reconoce en unos primeros tiempos influencias del pop de Rauschenberg o de la pintura simbolista.

Tras experimentar con distintas técnicas dice que se halla «totalmente sumergida en el transfer. No descarto nada pero, por ahora, experimento esto, es un camino que he encontrado, en el que me encuentro cómoda». Sus telas, a base de fotografía manipulada y pintura, en blanco y negro a los que llegó desde una paleta de color intenso, hablan «de la angustia que produce el paso del tiempo; creo que todos los artistas, cada uno a su manera, hablamos de lo mismo, del ser humano». Ella lo hace mediante siluetas de niños y retazos urbanos.

Los primeros, como un «recurso, basándome en mis propias vivencias que pueden ser comunes». Sobre los segundos señala que «utilizo la imagen de la ciudad como símbolo de una sociedad, un espacio vital que nos rodea y que me lleva a pensar en qué sociedad vivimos, en la pérdida de la individualidad; es más como un concepto que a veces te angustia y otras sirve de válvula de escape». La artista valora aquello de espontaneidad que hay en su trabajo porque «me dejo llevar. Parto de una idea, pero a la hora de elaborar la obra doy un margen al tema».