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JOANA NICOLAU. Enviada especial.
«Aro Toulbukhin es una cinta en la que hay mucho amor por el cine y que cuenta con mucha manipulación la historia de un hombre que existió». Con estos dos puntos de vista el director mallorquín Agustí Villaronga resumía a grandes rasgos la cinta con la que participa en la sección oficial de la cincuenta edición del Festival de San Sebastián. Un largometraje de poco más de noventa minutos en el que convive el documental y la ficción para dar cuerpo a un personaje, interpretado por el actor Daniel Jiménez Cacho, con el que ha querido «invitar a despertar el sentido crítico de una sociedad muy manipulada». Y lo cierto es que lo consigue.

Después de visionar el filme no se sabe qué es lo verdaderamente real y qué es lo ficticio, creando un juego que abre las dudas del espectador. «Es precisamente este juego el que hemos querido conseguir y pienso que en muchos aspectos será el mismo público quien nos cuente el filme a nosotros», comentó Villaronga. El hecho de que la dirección haya sido compartida entre el realizador mallorquín, Lydia Zimmermann e Isaac P. Racine fue destacada por Villaronga como «un aspecto muy importante. Son tres miradas diferentes sobre un mismo personaje que dibujan su personalidad sin entrar a juzgar sus actos criminales».

Al final de la cinta, sin embargo, el asesinato de siete personas en la misión de Guatemala donde reside es sólo, como apuntó Villaronga, «el punto de partida», convirtiéndose en uno de los rasgos menos significativos de la cinta en favor de «la indagación humana sobre un personaje de gran riqueza interior» como es el caso de Aro Toulbukhin. Villaronga, que con anterioridad ya había trabajado bastante el género documental, en esta ocasión, según dijo, se ha centrado principalmente en la parte de ficción.