El traslado de las obras se ejecutó de manera ordenada y siguiendo el procedimiento de seguridad.

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PAQUITA GIMÉNEZ De manera ordenada y siguiendo rigurosamente el procedimiento de seguridad, ayer se ejecutó el traslado de las 19 obras que la familia Miró reclamaba a la Fundació Pilar i Joan Miró. El tira y afloja, las polémicas y las declaraciones cruzadas de las últimas semanas culminaron puntualmente a las 10.00 horas, cuando el Ajuntament de Palma depositó las piezas reclamadas fueron depositadas en la residencia de Son Abrines, domicilio particular de los Punyet, a escasos metros de la Fundació.

Dos unidades móviles y dos motorizadas de la Policía Local de Palma se personaron a primera hora de la mañana para supervisar y garantizar la seguridad del traslado de la obras, para el cual fue necesario un camión grúa -para mover la escultura «Maternité»- y un segundo camión en el que se trasladaron el resto de piezas, excepto «La Nuit». Las dimensiones de este óleo, de 41x560 cm., imposibilitó su transporte en el camión y fueron cuatro operarios, escoltados por los agentes de policía, los que sacaron la pintura del centro para depositarla en Son Abrines, donde fueron recibidos por Joan Punyet.

Finalmente, el Ajuntament no devolvió a los Miró tres libros ilustrados que reclamaban y que no eran de su propiedad, tal y como adelantó ayer este periódico. Uno de ellos pertenecía a la familia Juncosa Àlvarez de Sotomayor y los otros dos fueron depositados por Pilar Juncosa, viuda del artista. El nieto de Miró volvió a incidir en el argumento que motivó la decisión de retirar las piezas y vertió de nuevo acusaciones «de intrusismo político en una Fundació cedida por un filántropo».

El heredero del artista justificó estas afirmaciones enumerando una serie de hechos, como la utilización de la imagen del centro para fines propagandísticos, actuaciones «carentes de sensibilidad» al tratar de imponer determinadas exposiciones y la decisión de no renovar en el cargo a Aurelio Torrente «sin consultar a la comisión ejecutiva». Sobre el futuro inmediato de las obras, Punyet afirmó que si bien «la Fundació ha devuelto las piezas en un perfecto estado de conservación», se ha previsto su restauración «hasta que se celebren las elecciones de mayo de 2003».