Juan Ramírez de Lucas lleva 40 años coleccionando piezas de arte popular. foto: J.MOREY.

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Juan Ramírez de Lucas es escritor y crítico de arte. Pero, además, es uno de los principales coleccionistas de arte popular que existe en el mundo. Su colección está formada por más de 40.000 piezas de los cinco continentes. Actualmente se expone una selección de 175 máscaras en la iglesia de San Agustín de Almagro, con motivo del festival de teatro clásico. JuanRamírez de Lucas pasa sus vacaciones en Mallorca, una isla a la que está estrechamente vinculado y donde vive buena parte de su familia.

-Hábleme de la exposición de máscaras de Almagro.
-Cada año se organiza una exposición paralela al festival de teatro clásico. En un principio tenía que ser sobre el arte popular en el teatro, pero después decidimos hacer una de máscaras de todos los continentes. Dividimos el espacio de la iglesia en cinco partes y a cada una le dimos un color identificativo del continente. La muestra, que cuenta con la colaboración de la Fundación Cultura y Deporte de Castilla-La Mancha, fue inaugurada el pasado 4 de julio por el presidente José Bono. También se ha hecho un maravilloso libro.

-Pero las máscaras son sólo parte de su colección.
-Sí. Mi colección es de arte popular en todo el mundo. Hay piezas que tengo en propiedad y otras están depositadas en Albacete. El arte popular es muy amplio. He organizado exposiciones tan diversas como de Navidad, juguetes, papel recortado o libros, entre otras muchas posibilidades.

-¿Cómo es su colección?
-La gran aportación de esta colección es que está hecha a escala mundial. Hay muchas colecciones importantes de arte popular, pero en muy pocas están representadas todas las culturas del mundo.

-¿Qué es un coleccionista?
-Un coleccionista es alguien que está muy cerca de la locura. Lo que ocurre es que yo sólo tengo tres vicios: los libros, los viajes y los objetos de arte popular. Y los tres están muy relacionados.

-¿Le resulta muy cara su pasión?
-No. Me hubiera salido caro si me hubiera dedicado a coleccionar picassos. Pero esto es relativamente barato, aunque hay que viajar mucho. Viajo con una maleta muy grande en la que siempre llevo dentro otra más pequeña con la ropa. También ten en cuenta que me han regalado muchas piezas.

-¿Cómo empezó su colección?
-De pequeño siempre tuve gran admiración por los juguetes que se podían manipular. Después me interesé mucho por los recortables de papel, de donde empezó mi gran afición por la arquitectura. Pero fue en la Feria de Nueva York de 1964-65, cuando trabajé en el pabellón español durante un tiempo, que me di cuenta que todas las culturas tenían un arte popular. De ahí me propuse profundizar en él y estudiarlo. Y fue así como nació la colección.

-¿Cree usted que el arte popular se valora suficientemente?
-No se valora como se debiera, seguramente porque siempre ha estado allí. En el mundo hay grandes museos de arte popular, y esto significa que tiene una importancia. En España comienza a ser valorado, pero cuando yo empecé mi colección no tenían ninguna importancia social.

-¿Tiene alguna pieza que aprecie más que las otras?
-Todas tienen su importancia. Hay algunas que han sido más difíciles de conseguir que otras. Pero si tuviera que elegir una tal vez me inclinaría por un siurell de gran tamaño en el que los tres Reyes Magos van subidos al mismo caballo. Me la hicieron especialmente y me encantó. Cada pieza tiene una historia, una historia que ahora quieror recoger en un libro que se titula «A la búsqueda del arte popular. Historia de una pasión». Es curioso, de las piezas nunca me olvido de dónde son, pero si lo que han costado.

-¿Se podrá ver alguna vez su colección en Mallorca?
-Hubo un proyecto para depositar parte de la colección en el Castell de Bellver, que sería un escenario magnífico, pero no fructificó por problemas de política.

-¿Acabará alguna vez su colección?
-Creo que es imposible. Siempre encuentras una cosa que comprar. Especialmente de las culturas más remotas. De mi colección se puede decir que nunca habrá una última pieza.