Mir, rodeado de artistas y amigos en la inauguración de la exposición. Foto: TOMÁS MONSERRAT

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«Las cuatro palabras que puedo decir están aquí expuestas entre estas paredes en las que vivió y pintó el maestro Dionís Bennàssar, maestro y amigo toda mi vida».

El escultor Jaume Mir inauguraba con estas palabras, el sábado noche, rodeado de amigos y artistas, la exposición recopilatoria de su obra que se muestra en la Fundació Dionís Bennàssar de Pollença bajo el nombre de «La mediterrànea de Jaume Mir». El artista, poco amigo de las exposiciones, explicó a los presentes que «la gran amistad que me unía con artistas como Bennàssar, Anglada Camarasa y Cittadini, que me aceptaban como uno de los suyos siendo treinta años más joven, es lo que me ha decidido a exponer aquí mi obra. Saber que era en homenaje a Bennàssar es lo que finalmente me ha decidido».

Esta es una de las escasas ocasiones que un espacio consigue agrupar la obra del emblemático artista que, a lo largo de su vida, ha dado forma con cada una de sus esculturas a los personajes de la mitología balear.

Así lo recordó durante la inauguración de la muestra la consellera de Cultura del Consell de Mallorca, Maria Antònia Vadell, que agradeció a Mir «su contribución a hacer país, cultivando nuestra tradición en cada una de sus obras». «Basta ver la colección de honderos», dijo Vadell. También asistió el conseller de Cultura del Govern balear, Damià Pons.

La inauguración de la muestra se convirtió en un auténtico acontecimiento social. Mientras que las calles de Pollença permanecían desiertas tras la resaca de la fiesta de Moros y Cristianos, en la fundación se reunían artistas como Pep Coll, Pilar Cerdà, Xavier Llull, Joan March, Miquel Botatoxo, Juan Ramón Bonet o Marian F. Moratinos, entre otros.