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Roberto Ruiz Ortega inauguró ayer en la galería Pelaires una exposición en la que muestra telas y papeles de los dos últimos años. El artista cántabro suscribía ayer un texto que escribió en 1995 en el que reivindica la permanencia de la pintura. El color, la pasta y la pincelada enérgica y espesa protagonizan su trabajo, una manera de entender la obra que describe: «Es la propia pintura la que te va llevando, empiezas a manchar y el cuadro te va llevando aunque detrás tienes todos los que has pintado antes. Ahora, mi pintura es más densa, creo que antes me conformaba más con la primera mancha».

El pintor habla de «tapar y tapar, el juego es quitar y poner cosas, volcar la pintura, moverla». También califica su actitud de «impulsiva» a la hora de enfrentarse a unas telas que el espectador percibe llenas de gestos, donde hay «tiempo, espacio, movimiento» y que le permiten «más batalla» que las obras sobre papel, un soporte distinto «en el que te tienes contener mucho más». El pintor comenta que «he hecho poco papel, pero cuando me he puesto me ha gustado».