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EFE - MÉXICO La actriz mexicana María Félix, conocida como «La Doña», falleció en la madrugada de ayer en su residencia de la Ciudad de México, víctima de un infarto mientras dormía, unas horas antes de celebrar su 88 cumpleaños. «La Doña», una de las más populares y polémicas figuras del cine mexicano, nació en Alamos (Sonora), el 8 de abril de 1915, y durante sus últimos años alternó su residencia en México con largas estancias en París. La vida profesional de María Félix tuvo casi tanta repercusión como su vida personal y sus polémicos cinco matrimonios, el más sonado con Agustín Lara, «El flaco de oro». «La Doña», quien se ganó el sobrenombre por su papel en «Doña Bárbara», bordó los papeles de mujer fatal, devoradora de hombres y de un fuerte carácter. En 1950 María Félix estuvo pasando una temporada en Mallorca. Se encontraba alojada en el hotel Formentor.

Pere A. Serra, presidente del Grup Serra, explica su encuentro con ella en el libro «Francesc Bujosa en diàleg amb Pere A. Serra». Allí explica: «Fui a hacerle una entrevista con un gran ramo de flores y ella, me vio tan joven y desvalido, que me invitó a cenar. Para mí era como un cuento de hadas. Yo, para corresponder, le invité a las fiestas de moros y cristianos de Sóller. Era como el «gigolo» de una película del neorrealismo italiano. María pagaba las comidas y yo la gasolina, aunque no tenía dinero. Era mi oportunidad y algunos amigos me lo prestaron. Pude pagar pronto las deudas, ya que Agama me dio 10.000 pesetas para poder publicar una foto que tenía con María bebiendo Laccao.

También publiqué una entrevista con ella en «Baleares». Nunca había visto una mujer tan bella». A los 19 años contrajo matrimonio con Enrique Àlvarez, un agente de productos de belleza con el que tuvo su único hijo, Enrique, y del que se divorció en 1934. Tras obtener el divorcio, conoció casualmente al realizador cinematográfico Fernando Palacios, quien se convirtió en un auténtico «Pigmalión» para ella, animándola a estudiar canto, interpretación y baile, e introduciéndola en el mundo del cine.

En 1942 debutó en el cine con la película «El peñón de las ánimas», dirigida por Miguel Zacarías, y en la que compartía protagonismo con el actor y cantante Jorge Negrete, con quien años más tarde contraería matrimonio. Su primera actuación no convenció a la crítica, que la acusó de demasiada timidez y falta de técnica interpretativa, aunque alabó su belleza. A partir de entonces, se sucedieron las películas y la figura de María Félix se convirtió en un auténtico mito. Títulos como «La monja alférez» (1944), «La mujer sin alma» (1944), «Remolino de pasión» (1945) o «La mujer de todos» (1946), destacan en la filmografía de su primera etapa.

Fue, sin embargo, Emilio «Indio» Fernández quien la lanzó como actriz de talla, con «Enamorada», en 1946. Posteriormente, vendrían «La diosa arrodillada» (1948), «Que Dios me perdone» (1948) y «Una mujer cualquiera» (1949), entre otras, que terminaron por consolidarla como una superestrella del cine mexicano. Mientras, María Félix acaparaba también la atención por su agitada vida sentimental. En 1944 se casó por segunda vez, con el cantante Raúl Prado, componente del Trío Calaveras, del que se separaría dos meses más tarde.

Al año siguiente contrajo su tercer matrimonio, en esta ocasión con el famoso compositor Agustín Lara, de quien se separó en 1947. Pero ella decidió poner tierra por medio y viajó a España, donde alcanzó una gran popularidad con películas como «Mare Nostrum» y «La noche del sábado». Después, y tras una breve etapa de cine italiano, «La Félix» se trasladó a Argentina para trabajar en el filme «La pasión desnuda». Durante el rodaje, vivió un idilio con el actor Carlos Thompson, pero, cuando todo parecía indicar la proximidad de la boda, regresó a México para rodar «Camelia» y contraer, por sorpresa, un nuevo y sonado matrimonio con otro de los grandes ídolos mexicanos, Jorge Negrete.