El cantante y compositor Manu Chao, ayer en un hotel del Passeig Marítim. Fotos: TERESA AYUGA

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«Con lo que ha pasado hoy, cualquiera se pone de buena onda, pero tampoco se trata de realizar una misa. Estoy consternado, no tengo palabras», aseguraba el cantante y compositor hispanogalo sobre los gravísimos atentados ocurridos en Estados Unidos. Chao declaró sentirse superado por los acontecimientos. «No puedo, por ahora, evaluar lo que ha pasado, tengo que digerirlo poco a poco», declaró en un tono pesimista. «Frente a un futuro tan negro, no veo otra gasolina posible para tirar hacia adelante que la esperanza. La resignación es un suicidio permanente, no es la mejor vía». Con estas palabras también aludía a su nuevo disco, «Próxima estación, Esperanza», del que tocó varios temas ayer noche en la fiesta del medio ambiente organizada por el GOB.

El músico, al que se ha querido ver como uno de los abanderados del movimiento «antiglobalización», precisó que «estuve en Génova pero no quiero que se me vea como líder de este movimiento, ya que su fuerza real reside en la inexistencia de cabezas visibles. Y si salen, lo que es normal, es preciso que vayan rodando, cambiando. Rechazo el cargo de ser el símbolo de la antiglobalización, entre otras cosas porque estoy en una multinacional». Chao también vino a hablar de música. «Grabar mi último disco fue un inmenso placer. No estoy como para meterme en un estudio y sufrir. En el mundo hay problemas más graves, y si mis canciones gustan a la gente, pues de puta madre. Es importante que, ante todo, me gusten a mi, estar convencido de lo que hago».

El artista explicó que «los canales de distribución son muy estrechos, siempre escuchamos las mismas canciones, y se evitan a montones de grupos que hacen muy buena música». Sobre su reticencia a tocar en directo su megaéxito «Me gustas tu», Manu Chao puntualizó que «un disco es un disco y un espectáculo es un espectáculo. Esta canción no nos sirve para el tipo de concierto que queremos ofrecer. Con Mano Negra no tocábamos 'Mala vida' y ahora sí. Vamos a recuperar temas de la banda».

Sobre su participación en una fiesta de carácter ecológico, el cantante dijo que «ya conocía Mallorca de cuando tenía unos 17 años. Me parece que, a nivel de medio ambiente, está bastante tocada». Pero uno de los temas sobre los que vertió mayor indignación fue el de los «clandestinos» y la precaria situación de los inmigrantes: «Actualmente occidente predica un discurso de dos velocidades. Por una parte, países como España, Italia o EE UU dicen que no quieren gente de fuera para trabajar. Pero luego vemos que en Almería la mitad de los jornaleros que lo hacen en el campo son clandestinos. La economía lo pide. Lo que pasa es que estos países quieren gente sin papeles para utilizarlos, gente que no se pueda sindicar, que no se pueda quejar, que se pueda explotar».