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LAURA MOYÀ Las nuevas tecnologías y lo tradicional se dan la mano con el arte. Se unen para formar una simbiosis que permite infinidad de nuevas creaciones. Se unen en un taller, «Collage Digital. Noves i possibles concepcions del gravat en l'actualitat digital», que la Fundació Pilar i Joan Miró imparte dentro de sus actividades de verano.

El curso se realiza en colaboración con la Universitat de Barcelona. Dos de sus profesores, Montse Carreño y Eloi Puig, son los encargados de dar las clases a los 14 alumnos de distintas procedencias. Ambos dan las lecciones teóricas que luego los alumnos aplicarán en la parte práctica. «Se trata de aprovechar el curso para ver otras posibilidades», explica Carreño.

Cada alumno tiene que hacer su creación utilizando las herramientas a su disposición: los ordenadores. Estos ofrecen múltiples posibilidades en la manipulación de imágenes. Colorear sin pinceles, dibujar sin carbón, agrandar o empequeñecer sin borrar. Después hay que decidir qué hacer: imprimirlo, crear instalaciones, hacer obras de net art interactivas o grabados. «El medio digital como medio por sí mismo con el que se puede hacer el propio trabajo y, también, como herramienta aplicable en otros procesos», en palabras de Carreño.

El grabado se incluye dentro de estos otros procesos. Cuando el original ya está concebido, se imprime para ver cómo quedaría y, si gusta, se isola en placas de fotopolímero. Este tipo de placas permiten trabajar sin ácidos. «Se procesan con agua, es ecológico», explica Puig. «El grabado es la matriz. En lo digital, la matriz es el CD Rom», según Carreño. Si la técnica tradicional nació con la idea de reproducir la imagen para venderla, la tecnología digital comparte esta misma concepción: «popularizar las cosas», comenta Carreño. Con una diferencia: el grabado es casi único, mientras que del CD Rom se pueden extraer muchas copias. «Es casi una perversión».