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LAURA MOYÀ Maravilloso, fantástico, un lujo. José Sacristán parece encantado con todo lo que hace. Habla poco, pero en cada frase deja caer algún comentario positivo. Actrices, actores y obras, todo es estupendo, como «La muerte de un viajante», pieza de Arthur Miller que mañana se representa en el Auditórium de Sa Màniga y que Sacristán protagoniza. La historia narra la vida de un hombre, Willy Loman, cuyo trabajo consiste en viajar de estado en estado. «Estamos ante uno de los personajes más hermosos y grandes de la literatura universal», comenta.

«Todo hijo de vecino querría enfrentarse a él». Loman ve como, un día, su vida empieza a desmoronarse. Problemas en el trabajo hacen que peligre el poder mantener a su familia. Los hijos le abandonan por no representar lo que un padre tendría que significar y, el único apoyo que encuentra se lo da su mujer.

La tragedia de un hombre corriente, «la tragedia de una sociedad, de un tiempo, la crónica de una miseria anunciada totalmente aplicable hoy en día», explica el actor. María Jesús Valdés acompaña a Sacristán en la obra. «Una de las mejores actrices», en palabras del actor. La obra se estrenó el 27 de diciembre en el Teatre Principal de Barcelona y, tras medio año de rodar por España, llega a Mallorca donde pondrá punto y final a su viaje.

Tras unas 110 películas, «o unas 112» y después de «41 años en este negocio», Sacristán está grabando en Barcelona la película «Fumata blanca» junto a Aitana Sánchez Gijón y Adrià Collado. También está ensayando «My fair lady» con Paloma San Basilio, con quien ya coincidió en «El hombre de la Mancha». Este musical supuso para Sacristán «volver a otros tiempos». «De niño cantaba canciones andaluzas», comenta. Y de no tan niño, ya que, en los años 60, cantó en algunas zarzuelas. Luego vino el cine, el teatro y la televisión hasta conformar una de las carreras más prolíficas.