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LAURA MOYÀ Un cuadro de 6 metros de largo por 1'85 de alto, completamente en blanco, preside la estancia. Delante, un artista empieza a concentrarse. Un público mayoritariamente femenino observa la escena. Están expectantes: quieren ver cómo Ñaco Fabré, Premio Ciutat de Palma del presente año, realiza una de sus obras.

«Un espacio en blanco es un territorio de dudas, de reflexión», comenta el autor. «Mi idea era compartir este momento sublime que normalmente se produce en un estudio con un grupo de personas». Así surgió esta iniciativa que pudo verse ayer en Ca'n Marquès.

Ñaco empieza pintando líneas casi invisibles. «Siempre empiezo con líneas sutiles, frágiles, y termino con las más fuertes y marcadas», en palabras del pintor. Para esta ocasión ha decidido utilizar diversas técnicas, desde los lápices hasta el carboncillo, pasando por el grafito y el pastel. Todo sobre una tela de algodón montada sobre un soporte rígido de madera que empieza a cobrar vida.

Los trazos más gruesos hacen acto de presencia. Ñaco se mueve de un lado a otro, se sienta, observa, contempla su obra y asiente con la cabeza. Parece que le gusta cómo está quedando. De fondo, suena el «Preludio Choral et Fuga» de César Franck. Música romántica para un proceso íntimo. «Para mí es como un parto», comenta.

La actuación termina justo cuando finaliza la canción. «Genial, fantástico, maravilloso», exclama una mujer. Ha nacido un nuevo cuadro, «Dibujo al natural», que, durante 15 días podrá ser visto en Ca'n Marquès.