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ANDREU GOMILA - BARCELONA
Iside Grau (Sabadell, 1945) continúa con la saga de los Benavent a través de la hija mayor de la familia, Maridol, para construir la obra que fue galardonada con el premio Llorenç Villalonga de novela en la última edición de los Ciutat de Palma. La saga se inició con «Els colors de l'aigua» y se abrió una primera rama en «La nit vermella». Ahora, «El balancí negre» (Proa-Moll) se introduce en el mundo del teatro sin la intención de ofrecer un cuadro de costumbres sobre la profesión, sino para enseñar «las falacias de una cerierta actitud progre» y que «en nombre de esto eres capaz de cargarte la vida».

La exploración de los sentimientos y el trasfondo constante del mito griego de Medea, expuesto por Eurípides, se encuentran en el seno de una historia que explica las vicisitudes de Maridol Benavent, a los 60 años, a la hora de enfrentarse a la muerte de su amante eterno, el dramaturgo Carles Ambròs, que deja sin estrenar una obra que lleva el misto título que la novela. De esta manera, Grau establece un «juego triangular» entre Medea, Maridol y la pieza dramática.

El autor ofrece la actualización del mito clásico mediante Maridol que si bien no mata a su hijo como dispuso Eurípides, «deja atrás su dimensión religiosa para cambiarla por otra religión, el amor por un hombre que no está a la altura».

«Es una novela sobre los sentimientos que tiene una serie de personajes que se encuentran en el mundo del teatro», dice Grau, que añade que cualquiera se puede identificar con los hombres y mujeres que se pasean por «El balancí negre», ya que «Maridol, a los 60 años, se da cuenta que cometió un cierto error vital cuando tenía 20». Así, la actitud liberada de la hija mayor de los Benavent "cree en la amistad entre el hombre y la mujer como una cosa superior al amor" es puesta en entredicho por el autor. «La utopía de la cultura del ser se basa en aquello que tenemos», añade el escritor.