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«Mi padre entiende al hombre en términos del cosmos», dijo ayer la cineasta Susana Chillida, hija del escultor Eduardo Chillida, que presentó en Palma la película «Chillida. El arte y los sueños» con la que quiere explicar el proyecto del artista para la montaña canaria de Tindaya, un «sueño» del creador vasco que ha dividido a la opinión pública en aquellas islas, y en el que él volcó su pensamiento sobre el arte y la condición humana.

Chillida quiso llevar la concepción de su trabajo escultórico al interior de una montaña, una idea en la que trabajó durante muchos años. Cuando el proyecto llegó a Canarias contó con el apoyo de los poderes públicos y distinta asociaciones ciudadanas pero también con la oposición de los ecologistas y de quienes temieron un desarrollo urbanístico en la zona al amparo de la obra. Ahora, Susana Chillida revela «las motivaciones de mi padre, el espíritu de Tindaya», íntimamente relacionado con su forma de entender la escultura «trabajándola desde dentro, desde la materia».

«Lo profundo es el aire», un verso de Jorge Guillém, «que impresionó mucho a mi padre», guarda íntima relación con la actitud con la que Chillida se enfrenta a la piedra, el alabrastro o el hierro. Por ello el artista pensó en vaciar la montaña, de 400 metros, y convertirla en un espacio en el que quienes accedieran a su interior «tuvieran una experiencia profunda y casi mística». Tindaya tendría en sus entrañas un gran cubo con tres aberturas. Por dos de ellas entrarían la luz del Sol y de la Luna. La tercera dejaría ver el horizonte de la llanura de Fuerteventura y es, según Susana Chillida, «el proyecto de un hombre especial que se atrevió a soñar».