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JOSEP MARIA SASTRE Al contemplar un objeto antiguo es irremediable pensar cuál debe de ser su historia, a quién perteneció y a cuántas generaciones ha sobrevivido. Las antigüedades nos enseñan también las costumbres de antaño e incluso a alguno le confirman aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. En la III Fira de Antiquaris, Brocanters i Galeristes de Felanitx, que ayer abrió sus puertas al público, pueden contemplarse y adquirirse muchos de estos objetos.

Los 38 anticuarios y brocanters exponen molinillos de café, lavadoras manuales, relojes, carnets de baile, soldados de plomo, instrumentos musicales, e incluso pistolas con las que tal vez alguien hace tiempo se batió en duelo.

Por otra parte, también hay muebles por los que parece que no ha pasado el tiempo: cómodas, librerías, pupitres, muebles de oficina, baúles, todo tipo de piezas, en fin, cuya antigüedad es de más de cincuenta años.

Uno de los muebles más antiguos de la muestra está en el expositor de Antigüedades Teo, galerista de la localidad de Tremp, de la zona de Pallars (Cataluña), quien exhibe un canterano del siglo XVII. El mueble está hecho en madera de nogal y su maquetería es de madera de boj y cerezo. Es, además, curioso porque en el centro tiene una capillita que alberga una imagen de la Virgen. El expositor explicó que hace tres siglos algunas familias bautizaban a sus hijos en sus propias mansiones y que utilizaban este tipo de canteranos como capillas.

La muestra, inaugurada ayer en el Pabelló Poliesportiu Guillem Timoner por el alcalde Miquel Riera y la vicepresidenta del Consell de Mallorca Maria Antònia Vadell, permanecerá abierta hasta el próximo día 24. Los organizadores esperan conseguir superar los 11.000 visitantes que acudieron el año pasado a la muestra.