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JAIME LÓPEZ No es que hubiera pleno en el nuevo concierto de las «Noches Mediterráneas»: el de la impactantemente armónica simbiosis entre el piano clásico de Michel Camilo y la guitarra española de José Fernández Torres «Tomatito». Es que el centro cultural Costa Nord de Valldemossa estaba de bote en bote. Y eso que la organización habilitó una antiestética "bastaba compararla con el elegante patio de butacas" tribuna de gradas con capacidad aproximada para ciento cincuenta personas más que las estrictas trescientas que hasta ahora habían venido copando el auditorio a lo largo del ciclo de conciertos celebrados hasta el pasado viernes.

Con gradas y todo, los hubo que no se cortaron para agenciarse las sillas del selecto restaurante del recinto artístico-recreativo. La procesión de la «Beateta», una especie de carnaval gaditano pero respetuoso y solemne "¡Ojo! Que sor Tomaseta comparte cielo con todo el santoral" no agotó los ánimos ni las ganas de fiesta de quienes acudieron en masa a Valldemossa para vivir la noche más larga de la localidad.

Realmente aglomerados, los espectadores batieron palmas para agradecer, no sólo la dedicatoria del concierto que Camilo tributó a Josep Melià, sino también la perfecta aleación entre el jazz latino y el flamenco. El realizador Fernando Trueba, promotor de Lola Records, el sello para el que Camilo y «Tomatito» han grabado su álbum «Spain», núcleo del concierto del viernes, permaneció siempre entre bambalinas siguiendo de cerca el recital.