Philippe Bender interpreta a Bártok junto a la Simfónica de Balears.

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JAIME LÓPEZ En tres años(1989-1992), del entusiasmo llegó al desencanto, pasando por una lucha constante frente a la incomprensión institucional. «La fundación, la selección de profesores, los primeros conciertos; todo el origen de la Simfònica fue una experiencia apasionante. No había semana en que cualquier tema referente al surgimiento de la Orquestra no tuviera eco en los medios de comunicación». Son los primeros recuerdos que Pere Estelrich, matemático y crítico musical, que inauguró en febrero de 1989 la gerencia de la Orquestra Simfònica de Balears, tiene de ésta. Pero este promotor de una empresa de asesoramiento musical también se enfrentó a la incomprensión administrativa hacia las necesidades presupuestarias -alquiler del Auditòrium para sus conciertos; sueldos de los músicos; desplazamientos- de una orquesta compuesta por 60 profesores.

«La junta directiva -recuerda- me imponía ajustarme a un presupuesto no superior a los 318 millones. Eso era todo. Me cansé de explicar que aquello no era suficiente. Hasta que encontraron un sustituto, antes un político que el gerente de una orquesta, y que dijo poder arreglarse con lo estipulado por la directiva». Y al llegar la dimisión ante tanto oído sordo de los políticos, también lo hizo el desencanto. «En el último período de mi gerencia acabé muy quemado de la experiencia. Me fui porque me dí cuenta de que no había solución al problema del presupuesto; de que no iban a darnos lo que yo pedía. Una vez fuera de la Orquestra ¿Qué he comprobado? Que la politización durante años del cargo de gerente fue nefasta para la Orquestra».

Fue al cabo de un mes del nombramiento de Estelrich como gerente de la Simfònica, que la junta directiva del grupo orquestal encontró su primer director en la figura de Luis Remartínez. «Después de convocarse un concurso de méritos, en febrero del 89 -rememora este antiguo colaborador musical en diversos diarios y revistas- Luis fue nombrado director titular. «Él tenía una gran experiencia como director de varias orquestas de cámara y de la Orquesta Sinfónica de Valladolid». Con un gerente y un director nombrados para encargarse de sustituir el grupo de músicos aficionados de la extinta Orquestra Ciutat de Palma, mayoritariamente formada por profesores de la Banda Municipal del Ajuntament de Palma, por una profesionalizada agrupación de maestros en las diferentes secciones de una sinfónica, se inició el proceso de selección de los músicos.