«L'extinció» es una obra que suprime dos aspectos básicos de la novela: el tiempo y la identidad.

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ANDREU GOMILA - BARCELONA El poeta Sebastià Alzamora (Llucmajor, 1972) se estrena en el campo de la narrativa con la novela «L'extinció», con la que obtuvo el premio Documenta que anualmente convoca Edicions 62. Con pocos libros en su haber "los poemarios «Rafel» (1994) y «Apoteosi del cercle» (1997) y una larga entrevista a Gabriel Janer Manila titulada «L'escriptura del foc» (1998)" Sebastià Alzamora se ha convertido en uno de los autores mallorquines con más proyección en Barcelona, donde dirige el Espai Mallorca y recientemente ha sido designado director editorial en catalán de Destino.

"¿Qué es «L'extinció»?
"Es un libro más fácil de leer que de explicar. No es propiamente una novela, sino un juego literario que parte de los esquemas de la novela tradicional. A partir de aquí abre un camino personal y propio, ya que suprime los aspectos básicos de la novela, como son el tiempo y la identidad. De este modo, se presupone que estos elementos no existen con la intención de buscar el orden del tiempo que se ha perdido (y con esto no quiero emular a Proust). Es en parte una novela de terror que arranca de un señor llamado Chesnutt. Él tiene el poder de infundir el miedo y sabe que se encuentra en la última noche de su vida, en la que espera a un personaje muy enigmático, apodado «El caminant», cuya llegada supondrá su final. Todo esto tiene lugar en una Mallorca devastada por enfermedades y catástrofes bíblicas, convertida en una especie de cementerio.

"¿Cree usted que Mallorca acabará «en medio de la devastación rigurosa y lunar», como escribe en el libro?
"Es una imagen que aparece al principio del libro. Ya sé que es un poco apocalíptica, pero me sobreviene muchas veces cuando voy a Mallorca nada más llegar al aeropuerto y recorrer un par de kilómetros en coche.

"¿Dónde radica la innovación en «L'extinció»?
"No he inventado nada, ya que sale de una línea que intenta deshacer los postulados de la novela clásica y tiene su máximo representante en Joyce. Es una novela poética, que aprovecha los recursos del lenguaje poético moderno y los incorpora a la línea recta del argumento de una novela, alterándola. Tiene también mucho de audiovisual, lo que hace que sea distinta a todo lo que se hace generalmente en catalán. Es diferente, ni mejor ni peor.

"¿Intenta dar un salto en la mil veces citada crisis de la novela?
"Según quien coja «L'extinció», lo puede hacer como un ejemplo de la muerte de la novela. Yo la veo como una demostración más de que la novela no se muere, sino que está bien viva y es susceptible de ofrecer muchas posibilidades de tratamiento y enfoque.

"Como novelista novato, ¿junto a que escritor se situaría?
"Cuando escribía «L'extinció» no podía dejar de pensar en Blai Bonet y algunas de sus novelas, como «El mar» o «Míster Evasió». Miquel Àngel Riera también está presente, aunque esta obra no tiene nada que ver con lo que hacía; Villalonga también me interesa, aunque seguro que me la hubiera tirado por la cabeza; ahí están Janer Manila, Porcel, Mesquida, Puig... Sin embargo, no me identifico con ninguno. Mis referentes van desde «La Odisea» al cine y el arte.

"¿Por qué una novela ahora?
"No ha sido nada premeditado. La idea de jugar con el tiempo y la identidad estaban ya presentes en «Apoteosi del cercle». Se fue desarrollando, sin que yo la controlara, en forma de historia. La comencé a escribir sin ninguna pretensión, pero el hecho de haber ganado un premio me estimula y me quita los complejos, ya que hay algunos que miran mal al poeta que se pasa a la novela. Todo es literatura y es normal tener la tentación de probar otros géneros.