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M. DÍAZ Bisnieto de un campaner, un marino a quien la profesión trasladó a Ferrol, Gonzalo Torrente Ballester visitó por primera vez la villa de sus ancestros en 1943, a raíz de una visita que hizo a Palma para dar una conferencia sobre el religioso fray Juan Ballester. Desde entonces, el escritor mantuvo una relación intermitente pero fecunda con la Isla. Además, la villa de sus ancestros le hizo hijo adoptivo y bautizó una plaza con su nombre.

En 1994, durante una visita a la localidad, el premiado autor comentaba que de niño nunca había estado en el pueblo: «Vine después, ya de mayor. Pasaba temporadas de 15 a 20 días aquí. Venía a visitar a mis parientes, que vivían aquí. Y siguen viviendo en Campos, un lugar que a mí me gusta mucho». Como anécdota, ese día, un lunes de febrero, comentó a sus acompañantes que cada vez que regresaba a Campos veía algo nuevo. Con su socarronería gallega, dijo: «Se nota que el Ajuntamiento se gasta los cuartos».

En la Isla, Torrente impartió conferencias, inauguró el Año Internacional de la Familia, leyó el pregón de la VII Fira del Llibre de el Born y hasta plantó un árbol en Campos.