Ane Odriozola | RUBEN BLYTH

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La autora Ane Odriozola (Legazpi, 1979) publica estos días su cuarta novela, 'El valle del hierro' (NdeNovela), trama en clave de thriller con trasfondo histórico ambientada en la expansión de la industria del hierro en la Euskadi del siglo XVI. Centrado en la desaparición de un carbonero cuando acudía a trabajar a una ferrería, su búsqueda destapa una red de intrigas y secretos en torno a matrimonios de conveniencia, el peso de la religión, las enfermedades y las luchas de poder.

Tras una trilogía autopublicada, Odriozola sitúa la trama en la Euskadi del siglo XVI, en plena expansión de la industria del hierro y múltiples escenarios que trasladan al lector a la vida rural de los caseríos o al día a día de los oficios artesanos. El lector recorrerá también otros lugares como Vitoria o La Rioja, en una travesía hasta el corazón minero de Euskadi.

La novela arranca en 1577 cuando el carbonero Domingo Harria, que suministra carbón en el guipuzcoano Valle del Hierro, desaparece cuando acudía a la ferrería Mirandaola, gestionada por los hermanos Juan y Miguel Plazaola, que afirman a su esposa Asencia que nunca llegó a la cita pero ella está convencida de que mienten.

Las dos protagonistas centrales son Asencia y una joven (Jurdana) que aparece años después del suceso en el valle, de forma misteriosa y procedente de Vitoria, de donde ha huido ocultando «un secreto».

Ambas mujeres vertebran el relato que, en formato de thriller, se estructura en capítulos cortos narrados desde el punto de vista de distintos personajes y jugando con dos líneas temporales para descubrir qué sucedió con el carbonero Domingo, qué secreto del pasado oculta Jurdana y qué ocurren alrededor de los hermanos Plazaola.

Bajo este contexto literario, la autora plasma el origen industrial de la zona sin recurrir a tecnicismos o largas descripciones del oficio de ferrón, eje de la ambientación histórica.

Por el contrario, Odriozola documenta la esencia de la época a partir de los personajes y cómo las motivaciones resultan claves para entender cómo funcionaba el modelo social y económico del valle del hierro en el siglo XVI.

En declaraciones a Europa Press, la escritora explica que su intención «no ha sido escribir una novela histórica, sino un thriller histórico», porque le gustan las tramas de misterio e intriga, y lo que tiene su novela, en particular, es que está ambientada en el siglo XVI, lo que le ha llevado a hacer una radiografía de la época primero para que «la ambientación y la época sean un personaje más».

Asimismo, añade, «el misterio de la novela no sería posible sin los matrimonios de conveniencia, la influencia de la religión, las enfermedades o las luchas de poder propias de aquella época».

El relato avanza en dos tramas paralelas, una con el epicentro en Legazpi y la otra en Vitoria, ha explicado la autora, para añadir que, «mientras en la primera hay un desaparecido, en la segunda aparece una niña de origen desconocido».

Odriozola ha señalado que sus dos protagonistas son «muy diferentes pero tienen un objetivo común: controlar y dirigir su propio destino, incluso cuando parece imposible».

Desde su perspectiva, Asencia «es una mujer fuerte, valiente, decidida, tozuda» y «un buen ejemplo de matriarca vasca ya que representa a ese perfil de aquellas mujeres, trabajadoras incansables, que llevan el peso del caserío y de la familia durante generaciones».

A su vez, prosigue Odriozola, Jurdana, tras una niñez feliz al lado de su protector, un zapatero de Vitoria, a su muerte, acepta un puesto de criada en la casa de una de clienta de su protector, cuyo esposo, Diego de Orcoz, viola a la joven, quien, finalmente, logra huir para acabar en Legazpi, donde su destino se unirá al de la familia Harria.

Hecho real

Odriozola explica que la idea original de su novela toma como base un hecho real, el conocido como el milagro de la Cruz de Hierro que tuvo lugar el 3 de mayo de 1580 cuando los ferrones de Mirandaola, ante la carga de trabajo acumulado, decidieron trabajar en domingo.

Aquel día, recuerda la autora, «como hacían a diario, los ferrones cargaron el horno con el material suficiente para extraer una pieza de hierro con forma de cruz de 55 kilos pero se encontraron un pequeño fragmento de solo 5 kilos, en forma de cruz, que interpretaron como un castigo del Señor por haber trabajado un domingo».

El suceso, reconocido como milagro en 1633 tras la visita a un pueblo cercano del obispo de Pamplona, llevó a Odriozola a documentarse para ver «si podía haber ahí una novela», tras lo cual comprobó que «había mucho más que contar que solamente lo que nos había llegado y se había contado en Legazpi desde siempre sobre lo ocurrido».

En cuanto al proceso creativo, Odriozola ha relatado que, desde el principio, imaginó la historia «como un puzzle en el que varias piezas, con una forma determinada, venían colocadas, como el 'milagro' de Mirandaola, las ferrerías, la anexión de Legazpi a Segura, la peste a finales de siglo o las disputas entre ferrones y caseros».

A partir de ahí, «he creado mis propias piezas para completar el puzzle, dándoles el tamaño y la forma deseada para que encajen con las piezas ya existentes», ha resaltado.

Industrialización

En cuanto a la historia industrial de la zona, la escritora ha asegurado que el Valle del Hierro fue «muy importante» en la industrialización del País Vasco y, ya en el siglo XIV, llegó a haber en esa zona de Legazpi del Valle del Hierro hasta 14 ferrerías".

Tal y como ha manifestado, el motivo de que surgieran tantas ferrerías en aquella zona era el río Urola, que pasa por tener «cualidades muy buenas para el asentamiento de ferrerías».

Así, y durante mucho tiempo, las ferrerías fueron el motor de la economía local, pero tras un par de siglos, ya para el siglo XVI, una tala indiscriminada de leña llevó a que cerraran varias ferrerías", ha explicado.

A partir de entonces, solo quedaron siete, «las que estaban en manos de los linajes más importantes y uno de esos linajes era la familia Plazaola, que eran los dueños de la ferrería de Mirandaola, eje de mi novela».

De esta forma, Odriozola combina personajes que existieron en realidad, como los Plazaola, con personajes ficticios que ha inventado «para reflejar, por ejemplo, el enfrentamiento entre ferrocarriles».

Lo que más le sorprendió durante su labor de documentación fue «la dureza del trabajo de ferrón» ya que, tal y como describe, «trabajaban las 24 horas del día, de lunes a sábado, a temperaturas muy altas, apenas veían la luz del sol y dormían en la misma ferrería con los golpes del martillo resonando a escasos metros». Aun así, «se sentían orgullosos de su trabajo, ganaban muy bien y ser ferrón les daba cierto prestigio ante la sociedad», ha detallado la autora.

En este punto, Odriozola ha remarcado que, alrededor de los ferrones, existían otros oficios, por lo que le ha resultado «muy interesante indagar en todo lo referente a la industria del hierro, desde el proceso de elaboración, el asentamiento de las ferrerías o la mano de obra complementaria que era necesaria para su funcionamiento, como carboneros, venaqueros, tobereros, acarreadores».

Ane Odriozola trabaja desde 2006 en el Servicio de Atención al Ciudadano del Ayuntamiento de Arrasate Mondragón. Aficionada a la lectura, en 2018 autopublicó 'El secreto de Gibola', su primera novela, donde plasmó la realidad de Legazpi a principios del siglo XX. En 2020 continuó la historia con 'La sombra de Gibola' y, en 2021, cerró la trilogía, todas ellas autopublicadas, con 'Conspiración en Gibola'.