La artista Belén Pez.

Quienes dedican su vida a velar por la salud de los demás desde Juaneda Hospitales inician estas Navidades con desafíos y esperanzas nuevas, dejando atrás todas las crisis y con la esperanza en sus ilusiones y sus sueños. Por ello la compañía ha elegido comenzar 2024 desde unas Navidades con un colorido rotundo, alegre contagioso y comprometido.

Belén Pez es una joven pintora por la que Juaneda Hospitales ha apostado para ilustrar su calendario de 2024, 12 imágenes cuyos contenidos —humanidad, profesionalidad, empatía, innovación, seguridad, libertad, personas, sostenibilidad, respeto, atención, equipo e igualdad— representan los valores de este grupo y su compromiso con los pacientes.

Belén es una artista valiente que, desde su estudio en una casa de campo en Establiments, convierte en colores rotundos y alegres su percepción de la realidad, tanto emocional como del entorno físico. Rodeada de perros y de colores, Belén lanza su poesía abstracta para arrancar una sonrisa al espectador, «un momento de alegría y buen rollo».

Aceptar este encargo ha supuesto para ella todo un desafío, dadas las especificidades y los valoras del mundo sanitario que su obra tenía que reflejar: «Cuando me lo propusieron me hizo mucha ilusión, pero a la vez sentí un poco de incertidumbre sobre cómo iba a ser capaz de plasmar esos valores en un arte que fuera abstracto, pero que se entendiera».

Para lograrlo «he intentado mezclar mis dos estilos, que son la ilustración y el arte plástico, con figuras, abstracción, diferentes tipos de pinceladas y de texturas, para crear diferentes sensaciones». La conversión en imágenes de los valores de Juaneda Hospitales «partía de palabras que reflejan sensaciones para hacerte sentir que estás en buenas manos».

En el proceso de concebir la imagen que debía reflejar cada concepto en cada mes del calendario «me documenté, hablé con el equipo de Juaneda, y mezclé mis sensaciones, cómo me gustaría sentirme cuando estoy rodeada de profesionales de la salud, la empatía que necesito sentir cuando estoy en un hospital en una situación de enfermedad».

«Yo —expresa la artista— necesito percibir que alguien me cuida, que es empático, que me entiende, que haya ese feeling entre dos personas, la que tiene el problema de salud y la que se lo resuelve. Es muy importante que en una situación como esta te hagan sentir bien. Y eso he hecho, concibiendo las imágenes entre lo abstracto y algo más evidente».

Por poner algún ejemplo, para ilustrar el mes dedicado al valor de la libertad, Belén ha buscado «una sensación que nos la pueda evocar a todos» y tras un proceso de reflexión «que me costó mucho, hasta que se me ocurrió mostrar una cuerda rota, de debajo de la cual salen muchos de pájaros de colores, libres, volando. Vi que era eso, que ya estaba».

Otro de los meses del calendario se dedica a la profesionalidad. La artista comenta que «siempre piensas en los médicos, las enfermeras y enfermeros, en todo el personal sanitario; pero no quería dibujar personitas». Por eso optó con unas formas «de bolas de colores, de las que les cuelgan elementos como un estetoscopio o una cruz pintada en un bolsillo, pero sin que sea tan evidente».

Belén Pez juega siempre con la imaginación y la percepción del espectador. Le cuenta una historia con imágenes abstractas y con coloridos rotundos y espera que quien la contempla capte esa historia o deduzca su propio relato. Y espera que en cualquier caso esas imágenes le causen al espectador de su obra «una sonrisa, un momento de felicidad».

La artista es consciente que con frecuencia acudir a un servicio sanitario puede suponer un mal trago, por el dolor o el miedo a la enfermedad, y que por ello el arte en ese entorno puede mejorar el ánimo de la persona que se ve en ese trance: «Los colores despiertan emociones, que no pasan por tu cabeza, que directamente vienen a las tripas y salen».

«Yo utilizo siempre colores vivos y potentes —continúa— en lugar pasteles o azules claro, tipo bebés y nacimientos. Intento que de mis colores, una paleta de seis o siete, emane mucha energía, y que se combinen de un modo chocante, desprendiendo unas sensaciones y unas emociones diversas, que pueden ir desde la paz y la relajación a la locura».

La intención de la artista es que esas combinaciones «te despierten algo, aunque no lo tengas claro, aunque no siempre sea lo mismo y a cada uno le sugiera una cosa». En base a estos procesos es firme defensora de llevar el arte al entorno sanitario: «A todo el mundo le gusta el arte, aunque no entienda, no hace falta; al final estás mirando una obra y sintiendo cosas».

Belén Pez señala que «el arte siempre te evade y te hace pensar, o por lo menos hace que tu cabeza vuele y te transporte a otros sitios» por eso «aunque los hospitales son hoy en día lugares donde te sientes a gusto, porque estás muy bien cuidado, ayuda si te encuentras con una obra de arte, porque puedes empezar a recordar o a imaginar».

A la artista le gusta buscar la evocación a través de los colores del verano: «Yo soy muy de poner en las ilustraciones los colores del mar y de la isla, porque de ese modo se despiertan sensaciones positivas ya que todos tenemos recuerdos positivos de nuestros veranos. Creo que encontrarte con esos colores en un hospital o en un entorno sanitario es agradable y además te puede permitir evadirte».

Con esas sensaciones, motivadas por la contemplación de colores y formas, quien pasa por un entorno sanitario «puede salirse, pensar que está en un museo o en un espectáculo, y olvidarse por un momento de la razón por la que está allí o por lo que está la persona a la que está acompañando, y que su cabeza se vaya a otro sitio, aunque siga ahí».

Belén Pez vive hoy en Mallorca un encuentro con el arte que desarrolla cada día en su casa-estudio, en el campo, cerca de Establiments, con sus dos perros (Isla y Tai), la luz de la Isla y su compañero, también artista y fotógrafo profesional Kilian Bermúdez, en una sociedad que la acoge y en la que «trabajando duro y moviéndote mucho la gente te ve y también coincides con personas que se dedican al arte, y al final ese círculo se convierte en una gran familia con la que compartir experiencias y aventuras».

«Hace cinco años nos trasladamos al campo y ya fue la maravilla —relata—, adoptamos dos perros y ahora tenemos lo que soñábamos, un estudio donde atender a los clientes, en un ambiente más formal, para recibir a la gente y que vea cómo es tu realidad, pero que no es una galería como tal, sino un sitio para trabajar, que podemos manchar de pintura».

Belén se confiesa «súper feliz» por lo que está logrando y por la belleza del entorno: «Los atardeceres de Mallorca no los encuentras en otros lugares. Y la luz del invierno… me gusta ir a pasear a la playa en invierno, con nuestra caravana, con los perros, y ver esa luz y su reflejo en el agua, que es tan trasparente, tan turquesa, como no la hay en otros lugares, la isla es realmente inspiradora».