Una nueva edición del Anuario me ha llevado a plantearme tres cuestiones económicas en relación con la evolución de las empresas en Baleares en el ejercicio 2022. En un primer lugar, qué balance podemos hacer de la reactivación económica balear y de sus empresas en el ejercicio 2022; en un segundo lugar, si se está desacelerando la economía y, por último, qué perspectivas podemos hacer para el 2023.

Respecto la primera cuestión, lo cierto es que el crecimiento del PIB en 2022 ha superado todas las expectativas. A pesar de los distintos elementos en contra (inflación, precios energéticos, geopolítica y tipos de interés), la mayoría de los entes que se dedican a analizar la economía (FUNCAS, AIREF y BBVA Research) han revisado al alza las previsiones del PIB balear, situado al frente de España. El propio Gobierno también lo ha hecho: del 11,1% al 13,3%. En general, y evidentemente depende de sectores, el ejercicio 2022 ha sido bueno para nuestras empresas, los números cantan. La pregunta que plantearse es que si estas cifras realmente son meritorias o son el simple resultado de un efecto rebote derivado por la enorme caída del PIB en 2020 consecuencia de los efectos de la pandemia. Para responder no debemos olvidar que en 2021 (y también en 2022) la apertura del turismo no fue total. La recuperación turística en Balears en 2021 y 2022 fue muy superior que la del resto de destinos turísticos españoles y europeos. Por tanto, está claro que ha habido un efecto rebote, pero también un efecto diferencial positivo en la capacitación de flujos turísticos que se han acabado traduciendo en unas cifras de reactivación más altas de las esperadas inicialmente. Otra manera de ver lo mismo es el hecho de que se ha avanzado el momento de recuperación del PIB prepandemia. Mientras muchas comunidades no lo recuperarán hasta 2023 o 2024, la elevada actividad en Balears ha hecho que este hito ya se haya logrado en el segundo trimestre de 2022. Nuestras empresas habían hecho sus deberes y en el momento de reactivación han estado recogiendo los frutos de su buen posicionamiento en sus mercados y sectores de actuación.

Una segunda cuestión es si la economía balear se está desacelerando. Inevitablemente el crecimiento económico desde el segundo semestre de 2022 es más moderado que el observado hasta entonces. Está claro que esto no significa que haya desaceleración, ni menos recesión. Hemos de tener en cuenta que la tasa de crecimiento del PIB balear se puede dividir en dos componentes: un primero de recuperación del nivel perdido en 2020 y un segundo de «crecimiento nuevo pospandémico». A medida que avanzaba 2022, el primer componente se ha ido reduciendo rápidamente porque el margen de recuperación prepandémico se acortaba. Por lo tanto es normal que se den de forma conjunta una reducción de las tasas de crecimiento y que la economía, incluso, se esté acelerando a partir de los valores «normalizados». Es decir, cuando valoramos el ritmo de crecimiento actual de la economía balear y sus empresas lo tenemos que hacer desde la evidencia de que ya está en una fase de ciclo normalizado, un hecho que no pasa aún en la mayoría del resto de comunidades.

La última cuestión es la referente a las perspectivas para 2023. Todas las instituciones plantean previsiones muy positivas y donde siempre Baleares encabeza todas las comunidades: el Gobierno prevé un aumento del PIB del 3,9% AIREF el 4,7% y BBVA Research, un 2,4%. Con todo, si las previsiones se cumplen Balears cerrará 2023 con un PIB per cápita de un 1,6% superior al de 2019 y un 10% por sobre de 2014, mostrando (sin tener en cuenta los años COVID) el periodo de crecimiento de su PIB per cápita más largo e intenso desde el inicio de los años 2000. Así, la evidencia objetiva nos muestra que hemos superado satisfactoriamente la crisis económica más fuerte de la historia reciente y que el horizonte inmediato es positivo, con creación de riqueza por cápita y de puestos de trabajo de más calidad, si bien, es cierto, estamos inmersos en un estado de incertidumbre continua y la necesidad de garantizar que no haya parte de la sociedad que se quede sin recibir ni percibir su parte en este reparto de esta riqueza.

Esta situación en general positiva no debe llevarnos a la autocomplacencia. Al contrario, debe ser un acicate para volver a afrontar el debate en el entorno de los retos estructurales y de largo plazo de nuestras empresas y de la economía en general de nuestras Islas.l