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El día tenía que llegar. El ciclo de Rafael Nadal se apaga y se abre otra etapa con la vista puesta en un 2024 que es difícil de imaginar sin él pero que se presume especialmente emotivo. Además de poder decidir lo que le venga en gana, merece retirarse en la pista y diciendo adiós a los grandes torneos con los aplausos de todo el planeta tenis. Anuncia guerra hasta el final porque su libro de estilo no entiende de otra cosa y los aficionados no sólo le tienen que rendir homenaje sino que empezarán a darle aún más valor al legado que dejará en el deporte mundial.