Imagen de Rafael Nadal saliendo en muletas de la clínica de Barcelona. | Redacción Deportes

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Cuatro meses y medio separan la foto de Rafael Nadal saliendo de una clínica de Barcelona en muletas de sus imágenes celebrando la clasificación para la final del Abierto de Australia. Durante estos 138 días incluso ha reconocido que tuvo dudas sobre si podría volver a competir al nivel al que ha acostumbrado desde su eclosión en 2005. Con el escafoides del pie izquierdo partido por la mitad poniéndole en jaque desde hace demasiado no sólo ha vuelto sino que mañana opta a la mayor gesta del planeta tenis: el récord de títulos de Grand Slam. Es su enésima resurrección. Hizo las maletas hacia Australia sin saber si estaría en condiciones de disputar el primer grande de la temporada tras más de medio año sin jugar de verdad -desde Roland Garros no lo hacía-. Melbourne ha habituado a darle muchos problemas en el apartado físico y esta vez incluso esquivo el efecto de un golpe de calor.

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Sofocado todo el ruido del ‘caso Djokovic’ y cuando sólo se ha hablado de tenis, Nadal ha lucido su arsenal. Más allá de su indudable nivel fuera de serie en lo tenístico, destaca una vez más su determinación. Siempre que juega, desde que era niño o ahora con 35 años y 20 grandes en sus vitrinas, da la sensación que nadie cree en la victoria y la quiere tanto como él. Es un animal competitivo, ya maduro, que mantiene la pasión de un chaval. Eso sí, el desafío que plantea Medvedev vuelve a ser de mucha altura. El ruso lidera el relevo del Big 3 y lo hace con un carácter tan arisco como indomable. Siendo puristas se podría llegar a decir que no juega tan bien como otros, Tsitsipas por ejemplo, pero esto va de ganar y Medvedev, aunque no gesticule, tiene hambre y un juego que complicara sobremanera al manacorí.     

Si Nadal consigue su título 21 de Grand Slam para algunos se zanjará el debate sobre el mejor de la historia y para otros no. Da igual. Cada uno tendrá argumentos para discutir cualquier cosa y siempre se terminará siendo injusto con alguno. Ya no se trata de comparar, se trata de evaluar el mérito de tantas citas con la historia.