Samú Costa avanza con el balón ante Sergio Arribas, jugador del Almería, en el partido de la primera vuelta. | C. BARBA

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Casi nadie contaba con ello, pero en pleno mes de mayo y con el calor apretando el Real Mallorca tiene que jugar otra final. Incapaz de cerrar la cremallera de una permanencia que ha tenido en su mano durante varias jornadas, el equipo balear despedirá este domingo la temporada en Son Moix con uno de esos partidos que, como mínimo, imponen respeto. Toca ganar al Almería, el colista, y ponerle el sello al formulario de la salvación. De lo contrario, es probable que el asunto siga enquistado y que haya que resolverlo una semana después en Getafe, en el partido que abrochará el calendario. Con el riesgo que eso implica.

El Mallorca no ha podido desmarcarse la jornada unificada que ha programado LaLiga para aquellos equipos que tienen algo en juego —si no hay cambios en el último momento se jugará todo el domingo a las 19.00 horas— y abrirá por última vez las puertas de su estadio para recibir al último rival al que tiene que hacer pasar por caja. Y aunque puede parecer un pulso desequilibrado, por uno y otro lado se han encendido algunas luces de alarma a modo de advertencia.

En el caso del Mallorca, parece evidente que no va a jugar el partido en su mejor momento pese a que llega tras sumar cuatro puntos de seis. Desgastado desde que dejó atrás la final de la Copa del Rey, en la que invirtió la mayoría de sus fuerzas e ilusiones, solo ha ganado un partido en el último mes y medio, un sector del calendario que apenas ha servido para subrayar sus flaquezas y mantenerlo con medio cuerpo metido en el agujero. Esa única victoria, celebrada el pasado fin de semana en Son Moix contra Las Palmas, es la que le permite flotar ahora a cierta distancia del desagüe, pero necesita continuidad. Y eso supone que la plantilla vuelva a mostrar su mejor cara, oculta durante la mayor parte del campeonato.

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El Mallorca pondrá a girar la ruleta en su estadio, que ha sido el único caladero fiable esta temporada. En Son Moix ha sumado seis de las siete victorias que ha conseguido y el 70% de los puntos que guarda en la cuenta (25). Ha ganado ante los ojos de su gente tres de las últimas cinco funciones que ha representado, aunque también ha sufrido pérdidas. Han volado puntos en dos de cada tres partidos en casa —siete empates y cinco derrotas— y si ante al Almería no cierra el grifo se expone a otra semana de sufrimiento y a tener que enderezar el rumbo de su marcha lejos de Palma, donde sus números son desgarradores.

Enfrente estará el Almería, al que los datos señalan desde hace tiempo como el equipo más débil de la Liga. Descendida matemáticamente desde finales del mes pasado, la escuadra que ahora dirige Pepe Mel compite agarrada a su orgullo y dignidad y la falta de presión de las últimas semanas le ha permitido ser mucho más competitiva. Especialmente, y ahí reside el peligro para el Mallorca, cuando ha jugado como visitante. Perdió dando la cara en el campo del Betis (3-2) y justo antes enlazó tres salidas en las que facturó sus dos únicas victorias (Las Palmas y Rayo) y un empate (Real Sociedad).

El Mallorca, que además de mantener en movimiento su cuenta de resultados debe limar sus diferencias con el gol, recuperará para este fin de semana marcado en rojo a Vedat Muriqi tras cumplir un partido de sanción. Todo cuenta cuando hay una final en juego.