Manu Morlanes, centrocampista del Real Mallorca, controla un balón durante el partido contra el Cádiz del pasado domingo en el Nuevo Mirandilla. | Paco Martín

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La última jornada del campeonato en Primera División ha servido para confirmar el reparto de papeles en la carrera por la permanencia y para despejarle el camino de piedras a un Mallorca que ya divisa la línea de meta. El equipo de Javier Aguirre, que sigue batallando contra la irregularidad de sus números, ya sabe cuáles son las coordenadas de la salvación y que tiene el objetivo en casa.

A falta de solo cinco encuentros los números están claros. Esta temporada la barrera de la supervivencia estará, como máximo, en los 41 puntos a los que puede llegar el Cádiz en el caso de ganarlo todo. En ese supuesto, al Mallorca le harían falta nueve para sellar su continuidad entre los grandes del fútbol ya que aunque el golaverage directo entre ambos está empatado —los partidos de Son Moix y el Nuevo Mirandilla acabaron con el mismo resultado: 1-1— el general debería caer del lado de los baleares, que hasta ahora han marcado cuatro goles más y han recibido siete menos. O lo que es lo mismo, al cuadro bermellón le alcanzaría con ganar los partidos que le quedan en Son Moix para ponerse a salvo del todo y enlazar su cuarta temporada consecutiva en el ático del fútbol español.

En casa y sin llegar a las cifras de otros tiempos, el Mallorca se ha mostrado como un equipo mucho más fiable que a domicilio, donde solo ha conseguido una victoria en todo el ejercicio. Al calor de Son Moix ha sufrido cuatro derrotas, tres de ellas en lo que va de 2024, pero ha cosechado 22 de los 32 puntos que administra y tanto su juego como su grado de acierto han estado un nivel por encima. Y ahora va a tener tres citas para completar su misión y ahorrarse sustos.

De los tres partidos que le quedan en Palma al Mallorca el más complicado de todos es precisamente el más cercano. La escuadra balear recibirá este sábado al último de los grandes que falta por pasar por caja en Son Moix, el Atlético de Madrid. Cuartos en la clasificación, los colchoneros dieron este fin de semana un paso casi definitivo hacia su único fin en este último tramo de la competición, que no es otro que sacar un billete para la próxima Liga de Campeones. Su victoria sobre su principal perseguidor, el Athletic, ha ampliado un poco más su margen de maniobra y no viajará con grandes cargas en el equipaje.

Como el Mallorca, el Atlético tampoco es un equipo del todo fiable a domicilio esta temporada. Solo ha ganado uno de los últimos seis partidos de Liga que ha jugado fuera del Metropolitano y si se contabilizara solo su botín como visitante le costaría meterse en Europa. Además, ha perdido los dos partidos que ha jugado en Son Moix desde que Javier Aguirre está al frente de los baleares. Ambos por la mínima y con goles de Muriqi, recuperado para la causa en Cádiz.

Archivado el partido contra el Atlético, el Mallorca volverá a repetir en casa. Esta vez frente a una Unión Deportiva Las Palmas que tras ser uno de los equipos de referencia de la primera parte del campeonato lleva tiempo deshinchándose y encadena ya seis derrotas seguidas que le han hecho perder altura. El último partido de la temporada en Son Moix será ante el Almería, ya descendido a Segunda.

El Mallorca necesitará tres victorias para salvarse siempre y cuando el Cádiz no falle un solo partido en lo que resta. Un reto complejo para el equipo amarillo, que en toda la temporada solo ha sumado cuatro victorias. Por si fuera poco, los de Mauricio Pellegrino tienen que visitar el sábado el Santiago Bernabéu y medirse a un Madrid que pese tener un ojo en la Champions se juega el título de Liga.

Aparte del Cádiz, también está implicado en la carrera un Celta que parece incapaz de dar dos pasos iguales. Los gallegos han vuelto a caer a la espalda del Mallorca y su calendario, sobre todo a corto plazo, no es tan llano como el del resto de implicados. El Rayo Vallecano, con 34 puntos, también necesita un último acelerón.