Antonio Sánchez, Samú Costa y Cyle Larin, durante el último partido del Mallorca en Sevilla. | Salvador López Medina

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El Real Mallorca tiene un partido para decidir su futuro y elegir qué camino toma. Si ganar podría traducirse como permanencia, empatar equivale a tranquilidad y perder, a meterse en líos. Una victoria en Cádiz sentenciaría a un rival que ya lleva muchos meses viviendo al límite y despejaría la carretera de la salvación, aunque una caída traería de vuelta a todos esos fantasmas que han empezado a revolotear por el vestuario después de dos derrotas consecutivas. Puede que todavía no sea una final, pero se le parece (Nuevo Mirandilla, DAZN, 14.00 horas).

A falta de seis jornadas el Mallorca mantiene abierta la trama de la temporada. Si hace menos de un mes estaba hipnotizado por el sueño de la Copa, ahora le toca volver a meterse de lleno en relato principal y asegurar su continuidad en Primera por cuarto año consecutivo. Un asunto que ha ido retrasando pese a las facilidades que le han ido concediendo sus rivales. Descartados Almería y Granada, solo le queda meter en la ecuación a un Cádiz que lleva tiempo braceando para no hundirse y que agotará este domingo una de sus últimas oportunidades. Al menos para seguir respirando.

No le sobra mucho al Mallorca, que volvió lleno de arañazos del Sánchez Pizjuán. Aguirre reconocía este sábado, poco antes de subirse al avión, que la derrota en Sevilla había escocido mucho. Por lo que acarrea y por cómo se produjo. El colchón sobre el que reposa el equipo sigue siendo mullido, pero la trayectoria del grupo se ha ido torciendo. Y enlazar otro resultado negativo fuera de casa podría suponer un dramático cambio de tendencia.

El Mallorca viaja con todo a Cádiz. La única baja es la de José Manuel Copete, que además de estar sancionado por acumulación de tarjetas arrastra un pequeño problema en el tobillo. La ausencia obligará a modificar el aspecto de la defensa, donde lo más natural sería que entrara Matija Nastasic. El serbio, a muy buen nivel este año, encaja como un guante en el perfil zurdo de la terna de centrales. Otra posibilidad es mantener a Pablo Maffeo en el carril derecho y recuperar a Gio, suplente el lunes en Nervión, para reforzar la muralla.

Esta semana todas las incógnitas en clave balear están del centro del campo hacia adelante. En saber cómo plantea Aguirre el partido teniendo en cuenta los problemas de su equipo para marcar. En saber si apuesta por uno o por dos delanteros y a cuáles de ellos escoge.

En esa dirección, los números han desnudado a Larin y Muriqi y apuntan a Abdón Prats, aunque el de Artà suele facturar más como agitador que cuando actúa de inicio. En mitad de la crisis ofensiva, el único soplo de aire fresco que ha recibido el Mallorca en los últimos metros es el desparpajo de Nemanja Radonjic. Sin embargo, el serbio tampoco ha visto puerta y su fútbol, aunque esperanzador, tampoco es del todo redondo.

Para el Cádiz este partido lo es todo. Un todo o nada. Con solo 25 puntos en la cuenta corriente, llegar a la cuerda de salvamento sería una quimera si pierde contra el Mallorca. No le queda otra que lanzarse a por una victoria que le acercaría a la salida del laberinto y que apretaría las tuercas de la clasificación en la zona baja con algo de tiempo por delante. El mejor aval para los de Mauricio Pellegrino sigue siendo su estadio. La visita del Barça aplazó su escalada, pero antes había conectado dos victorias terapéuticas contra Atlético de Madrid y Granada y había cosechado siete puntos de nueve posibles.

Al cuadro amarillo vuelve Javi Hernández después de cumplir un partido de sanción y podría encontrar sitio en el once a costa del brasileño Lucas Pires, titular en Montilivi. Los que no estarán por lesión son Jorge Meré, que esta semana se rompía el cruzado, y Romy Kouamé.