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El Real Madrid superó (0-1) al Mallorca en Son Moix en un partido que comenzó de la mejor manera, puesto que pudo verse un gran mosaico que rezaba un claro ‘Gràcies afició’. Aguirre exhibió su versión más conservadora ante el líder y, además de alinear, como siempre, a cinco defensas, dejó solo a Muriqi en la vanguardia. El Madrid, como estaba previsto, acaparó el esférico ante un Mallorca que, por momentos, presionaba la salida de pelota de los blancos.

Un disparo de Tchouameni adelantó al Madrid poco después de que se iniciara el segundo tiempo. Aguirre no tardó en mover el banquillo. Darder, Prats y Mascarell saltaron al césped y el Mallorca pasó a jugar con dos atacantes. Rajkovic se convirtió en héroe, pasaron los minutos, el serbio Radonjic salió al campo y el equipo pasó a jugar con cuatro defensas. Y Aguirre ordenó el equipo más ofensivo dando entrada al canadiense Larin, pero el marcador ya no se movió y el conjunto blanco volvió a la capital con los tres puntos que le acercan al título.

Y permítanme que cierre definitivamente la final de la Copa del Rey, tras demasiados días malsofrit. Quisiera destacar, en primer lugar, el inmenso cariño demostrado ayer por la afición del Real Mallorca a Abdón Prats. Que no jugara ni un minuto en La Cartuja es, sencillamente, injusto. Quisiera destacar también las palabras del jugador del Athletic Asier Villalibre, que durante los actos de celebración en el ayuntamiento de Bilbao reivindicó el euskera. Me encantaría que un futbolista del Mallorca hiciera algo semblante con nuestra lengua.

Y no puedo dejar de señalar que me llamó la atención que el Govern recibiera en el Consolat al Mallorca como subcampeón de Copa. Y es significativo comprobar cómo pudo verse una pancarta que, como mínimo, debe provocar una seria reflexión. ‘Moviment, sí; Alfonso, no’, decía.