Tomeu Mas y su hijo Sion, con una bandera del Real Mallorca en Cancún.

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La final de la Copa del Rey del próximo sábado entre el Real Mallorca y el Athletic ha compuesto a su alrededor un enjambre de historias. Alguna tan especial como la de Tomeu Mas, un mallorquín afincado en Cancún que junto su hijo se va a recorrer medio mundo en solo unos días para animar a su equipo desde las gradas de La Cartuja. 16.000 kilómetros y 32 horas de viaje por noventa minutos de fútbol. «Pero es que la ilusión es muy grande», se justifica desde el otro lado del Atlántico.

Tomeu Mas tiene 48 años y lleva ya un buen tiempo fuera de Mallorca por motivos profesionales. Ha vivido en Londres y en Singapur, aunque ahora reside en México, donde tiene que hacer malabarismos para ajustar los horarios y poder seguir los partidos del equipo de su tierra, al que se enganchó a principios de los ochenta tras el ascenso en Las Gaunas o aquella victoria contra el Real Madrid gracias a un gol del Tronquito Magdaleno. Mientras vivió en la isla lo acompañó a otros desplazamientos marcados en rojo, como el de Mestalla, y hace unos meses, al observar a los de Javier Aguirre avanzando rondas en la Copa del Rey, volvió a sentir un extraño cosquilleo que decidió compartir con Sion, uno de sus hijos gemelos. El otro protagonista de la historia.

A sus 16 años, Sion apenas ha pisado Mallorca. Sin embargo, hay dos cosas que mantienen extendidos los cables que le unen a sus orígenes: la lengua y el Real Mallorca. Solo así se explica que en México vaya al colegio luciendo orgulloso la camiseta del club. A finales de enero, antes de la eliminatoria de cuartos de final contra el Girona, Tomeu le prometió a Sion que si el Mallorca llegaba a la final lo llevaría a Sevilla a verla. Y como las promesas están para cumplirlas, unos minutos después de que Sergi Darder marcara en Anoeta el penalti definitivo, la maquinaria para estar en La Cartuja se ponía en marcha.

Tomeu reservó enseguida los billetes para viajar desde Cancún a Sevilla, vía Madrid, y un hotel para descansar unas horas antes del partido, sin saber siquiera cómo iba a funcionar el reparto de entradas. Al quedar limitado a los abonados del club, las puertas de la final quedaron parcialmente cerradas para él y su hijo. Tomeu escribió entonces una carta a los responsables del club explicándoles su situación y aunque nunca recibió respuesta, su caso no cayó al vacío. Se movilizó a través de whatsapp buscando la manera de acceder a dos localidades y a través de sus contactos acabó. Encontrando a dos abonados dispuestos a cederle el privilegio de estar el próximo día 6 en Sevilla. Primer objetivo cumplido.

A partir de ahí, queda lo más complejo y lo más ilusionante: ver al Mallorca jugar una final en directo. Tomeu y Sion tienen previsto aterrizar el viernes por la tarde en Madrid, un día antes del partido, y llegar unas horas después a Sevilla en AVE. Tras el encuentro y después de animar como nunca en las gradas del estadio, emprender el camino de vuelta. El domingo a las 6.30 horas de la mañana tomarán el tren de vuelta a la capital de España para subirse a mediodía a un avión que les lleve de regreso a México y que Sion pueda retomar las clases después de las vacaciones de Pascua. En total, otras 16 horas de odisea que esperan hacer con un montón de buenos recuerdos a cuestas y la Copa del Rey en el equipaje.