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Existen momentos clave en la vida de los futbolistas donde todo se juega a cara o cruz. En un segundo alcanzas el cielo o bajas al infierno. Y muchos futbolistas evitan esos momentos o se ponen de perfil. Nada que objetar porque agarrar el balón en el quinto y decisivo penalti y jugártelo todo a una carta es una misión solo reservada a los que tienen sangre fría o casi mejor, llegan a ese momento sin sangre en sus venas. Sergi Darder es ese perfil de futbolista porque lleva muchos kilómetros viviendo al límite sobre el césped.

Desde su llegada las expectativas se dispararon tanto que por el simple hecho de ser de la Isla no merecía un periodo de adaptación. Sergi se fue siendo un niño y ha regresado como padre de familia y con la exigencia de ser el líder desde el minuto uno. Y eso no es fácil, ni para Sergi ni para nadie y menos en un esquema en el que su fútbol no brilla en toda su dimensión. Seguramente lo hará más pronto que tarde, pero todo necesita su tiempo de maceramiento. En su día hizo un esfuerzo enorme por fichar por el Mallorca. Rechazó ofertas de mayor enjundia económica y aceptó venir a sumar en el club de su tierra y por el que siempre ha sentido una pasión desmesurada. Desde los tiempos de ses Pesqueres, Sergi es del Mallorca. No lo duden.

Este año, cuando no ha jugado, ha evitado encender el fuego y ha trabajado con generosidad hacia el compañero, humildad y siempre manteniendo los pies en el suelo, pero consciente de que iba a seguir trabajando para ser importante para el equipo.

El martes le tocó salir entrado el final para oxigenar la sala de máquinas sin pensar que protagonizaría uno de los momentos históricos para el mallorquinismo, el que dio el pase a la cuarta final de Copa.

Hay que meterse en la piel de un futbolista que camina envuelto en dudas a recoger el balón y situarlo en el punto de penalti. Duda de si chutar a la izquierda o hacerlo a la derecha, y de si el portero mantendrá o no su dirección a la hora de tirarse o quedará en el centro. Y sobre todo camina sabiendo que tiene a miles de aficionados pendientes de su decisión. La decisión la tiene que tomar en unos segundos. Porque hay opciones de tener éxito, pero también hay un porcentaje alto de posibilidades de fallar. El cielo y el infierno. Una decisión que cambiará la historia del club y que supondrá también seguramente un cambio de registro en la etapa del propio futbolista.

Pero Sergi es el tipo de futbolista con kilómetros en sus botas y muchas decisiones tomadas a cara o cruz en el fútbol de élite. El martes Aguirre le dio una responsabilidad infinita y Sergi aceptó porque es valiente, decidido, como Abdón. Los dos son de Artà. Seguramente eso también influye, pero fundamentalmente tiene más que ver con el carácter y la confianza. El Mallorca se ganó el pase a la final gracias al esfuerzo de todos, desde el primero al último, pero el penalti decisivo, el que haría bueno o malo el trabajo del grupo, lo lanzó el 10 del Mallorca. Ese es Sergi, el mago que finalizó el trabajo. l