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El Real Mallorca tiene un problema serio con Antonio Raíllo, un excelente jugador incapaz de medir las consecuencias de sus actos. Autoexpulsarse con dobles tarjetas es un lujo que ni él ni su club pueden permitirse. El cordobés, que se comió el descenso a los infiernos de la Segunda División B y contribuyó de manera fundamental a regresar al paraíso de la Primera División, intentó en varias ocasiones aprovechar alguna de las suculentas ofertas que recibió. El club las rechazó, supongo que le aumentó (merecidamente) la ficha y le dio galones de capitán general. Su respuesta ha sido impecable en el juego, pero muy mejorable en el aspecto extradeportivo. Por su bien y por el de su equipo ¡Antonio, espabila! y date cuenta de la importancia que tiene tu comportamiento en el juego de tu equipo y en sus resultados.

La derrota ante la Real Sociedad no pasará de ser una anécdota ante la incapacidad de los equipos colistas para ganar partidos. Es increíble que el Celta o el mismo equipo de Aguirre estén fuera de los puestos de descenso con la paupérrima cosecha de victorias conseguidas por ambos. Claro está que el Cádiz no gana desde los tiempos en que jugaba Mágico González y Granada y Almería son incapaces de sumar de tres en tres. Es el único consuelo que nos queda: los hay peores. Mucho peores.

Como el Atlético Baleares, que está peleando con uñas y dientes para asegurarse una plaza de descenso. La renovación de la plantilla en el mercado invernal parece que solo va a ser servir para que el marrón se lo coman los nuevos. Pintan bastos. Blanquiazules, pero bastos, al fin y al cabo.

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También vienen mal dadas en baloncesto. Ganó el Palmer Basket tras una pésima racha de resultados y gracias a la aportación, entre otros, de Jhery Matos, que llegó, besó el santo y se cascó 17 puntos en 30 minutos, con prórroga incluida, sin saber cómo se llaman la mayoría de sus compañeros. La mala noticia es que siguen colistas; la buena, que tienen los puestos de playoff a solo dos partidos.

El Fibwi Palma perdió. También ha revolucionado su plantilla, ha tuneado el equipo y espera que le funcione. La mala noticia es que no consigue levantar cabeza; la buena, es que están a un partido del playoff a un solo partido.

El Azul Marino Viajes también cayó. Lo hizo en Badalona ante la Penya y mira hacia abajo. El proyecto es sólido y no depende de un resultado, pero conviene que los cambios tanto de jugadoras como de entrenador empiecen a dar resultados, pero buenos.

Buenos fueron los tiempos en los que Tomeu Beltrán presidió el Mallorca. Su figura va más allá de la pose de presidente. Su implicación fue absoluta y logró hacer del Mallorqueta el club de todos. Su mantra era que el club vertebrara a la sociedad mallorquina y lo consiguió. Nos deja la persona, nace el mito.