Imagen del especial que Ultima Hora publicó en junio de 2007, diez años espués del ascenso del Mallorca en Vallecas.

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Bartolomé Beltrán fue el presidente del Mallorca el año en que el equipo rojillo ascendió en Vallecas. Diez años después, en junio de 2007, Ultima Hora solicitó al expresidente un artículo rememorando esa temporada y ese momento puntual. El doctor accedió y remitió a nuestra redacción un texto donde exponía sus sentimientos recordando ese día histórico. Este sábado ha fallecido a los 74 años. Reproducimos el texto íntegro del artículo de Bartolomé Beltrán recordando uno de los momentos más emotivos en la vida de los seguidores rojillos.Las últimas líneas del mismo reflejan qué representaba para el club ascender o no en ese dramático partido.

Mallorquines y Mallorquinistas

Bartolomé Beltrán (*)

El inicio del ascenso del Real Mallorca se produjo cuando perdimos en Vallecas, el territorio de todas nuestras batallas, en aquella primera promoción, cuando, como dijo José María García, sabía menos de fútbol que la Pantoja. A partir de aquel momento se juntaron tres realidades, tres voluntades, la de aprender, la de escuchar a los que sabían y la de aplicar con tenacidad y vigor todos los conocimientos en aras de ascender a Primera División. La primera clase decía que un equipo que no tiene cuidado el césped es que no está bien organizado. Se refería el dicho a que un buen club debía tener campos de entrenamiento y un buen estadio. La otra máxima venía dada por el concepto de que lo importante para consolidarse en Primera era llevar diez años en la categoría. De mi cosecha propia puedo decir que siempre se comete el error de mantener al entrenador que ha ascendido al equipo para el proyecto del siguiente año en Primera. Craso error.

Lo lógico es que el éxito alcanzado demuestre que ese entrenador, en muchas ocasiones, llega a su nivel de incompetencia. Por eso el éxito no consistió sólo en ascender, sino en buscar un entrenador que fuera capaz de empezar el equipo desde atrás. Cúper fue la solución. Luego vertebrar un equipo de Primera en poco tiempo. Los clubes que esperan varios años hacerlo no lo consiguen. Aprovechamos la adversidad de una deuda de 800 millones de pesetas por Gálvez y conseguimos a Eskurza, Romero, Moya, Engonga e Iván Campo. Con todo tuvimos la enjundia del equipo hecha con jugadores que luego fueron internacionales. A eso añadimos los tres diamantes argentinos que vinieron con Cúper, me refiero a Roa, Mena y Amato.

Fíjense ustedes, que en cada línea teníamos un baluarte. La guinda la pusieron aquellos 300 millones que nos costó un extraordinario y emergente Valerón. De esa manera conseguimos la mejor temporada hasta entonces de la historia. Quinto clasificado en la Liga, finalista de la Copa del Rey, el ascenso del Mallorca B a Segunda División y la compra de los campos de Son Bibiloni para entrenar mientras que el Ajuntament, dirigido por Joan Fageda, no podía poner pegas, entonces, para entregarnos Son Moix prácticamente para toda la vida. Nos sirvió mucho aquel eslogan de Mallorquines y mallorquinistas, en la seguridad de que todo fue posible gracias al eje formado por Galca, Stankovic y Carlitos. Sin aquel gol de Barbero en el Lluís Sitjar y después aquel balón que surcó el aire madrileño y descendió junto a la bota derecha de Carlos, que prodigiosamente estaba en el segundo palo, sin eso, el destino nos tendría muy alejados del éxito actual del Real Mallorca. Les puedo asegurar que de no entrar aquel balón y no ascender a Primera División, nuestro proyecto se habría agotado con una bancarrota económica y una estrepitosa decepción social. En la vida, como en el fútbol, todo depende de instantes mágicos. Los otros diez años los han puesto otros presidentes y sobre todo, ustedes, los mallorquinistas.

(*) Bartolomé Beltrán fue presidente del Real Mallorca la temporada del ascenso

Les puedo asegurar que de no entrar aquel balón y no ascender a Primera, nuestro proyecto se habría agotado con una bancarrota económica y una estrepitosa decepción social